La revancha de las comunidades: estrategias para un mundo nuevo
Por: Pablo Corso Imágenes: gentileza Zoe Scaman
Mientras se concreta la promesa de una transición de la web viral a la
web tribal, Zoe Scaman propone repensar el rol de las agencias y las
marcas ante la ola imparable de fandom, tokens y NFTs. La estratega
que decidió abrazar la innovación y la incertidumbre habla con Reporte Publicidad sobre despojarse de las grandes estructuras, mantener la cabeza abierta y subirse a la explosión de creatividad.
Zoe Scaman apuesta por la variedad, la creatividad y la complejidad. Lo suyo es la estrategia,
pero también el brand planning, el desarrollo de producto, la innovación y el entretenimiento.
Un trabajo ancho y profundo que le permitió probarse en agencias como Droga5, mecas
audiovisuales como Ridley Scott Creative Group y consultoras como Undercurrent. Su lista
de clientes incluye a Adidas, Nike, Google, EA Games, Unilever, Coca-Cola y la NBA.
A principios de 2019 fundó Bodacious, un estudio basado en el Reino Unido que promociona
objetivos diversos y ambiciosos: crear marcas cautivantes y dinámicas, apoyarse en los
cambios en el mundo del entretenimiento, promover modelos de negocio que encajen en esa
nueva realidad, y explorar e implementar las tecnologías que están apuntalándolo todo.
Desde allí, orientó a un par de celebridades respecto a futuros proyectos; desarrolló una serie
de TV para una compañía de moda; ayudó a crear un "propósito social" a una gran empresa
de telecomunicaciones; organizó workshops para que un par de unicornios avanzaran en
su hoja de ruta. Y antes de cumplir 40, ya cimentó una visión sobre el futuro del fandom, el
entretenimiento, las comunidades y las criptomonedas.
Caminito al costado del mundo
El eje de Zoe pasa por evitar los caminos estandarizados, la forma en que se supone que las
cosas deben ser hechas. En vez de ir a la universidad, se tomó medio año para vivir en una
playa griega. Al regreso, consiguió trabajo en una empresa de marketing que pagaba por clic.
Así empezó a vender esas soluciones a otras más grandes, lo que le allanó el camino hacia una
agencia publicitaria digital de Londres. Eran los primeros días de Google; las coordenadas
marcaban tiempo y lugar indicados.
Sintió que su carrera despegaba a los 2, cuando se mudó a Sídney para entrar en MediaCom.
Empezó en cuentas, pero se pasó a estrategia después de que un jefe le dijera que lo suyo no
eran las relaciones públicas. "Siempre fui curiosa por todo, siempre preguntando '¿pero por
qué?' e intentando conectar puntos que otros quizá ni siquiera veían", explicó en The Rosie
Report, un sitio sobre el futuro del trabajo. "Yo era la nena molesta en el asiento de atrás,
preguntando y preguntando, hasta que finalmente entendieron cómo aprovecharme". Fue
lo que pasó en Naked Communications, donde formó parte de la icónica campaña "Share a
Coke".
Después de un paso por Universal McCann, volvió a Londres. En Glue/Isobar entendió que
la estrategia abarcaba mucho más que publicidad: "Podía -y debía- ser aplicada a las
dinámicas organizacionales, desarrollo de nuevos productos, formas de trabajar y modelos
de negocios", recordó en el newsletter del planning director Rob Estreitinho. ¿Qué es un
estratega? Una persona que soluciona problemas; que entiende la interrelación entre los
entornos publicitarios, organizacionales y de producto; la necesidad de mezclar personas y
habilidades para abordar asuntos que cambian de forma todos los días.
Era hora de construir su propio negocio. Así nació Bodacious, que puede traducirse como
"excelente", "genial" o "sexy", pero también como una combinación de "valiente" y "audaz". El
mundo empezaba a conocer su estilo de Victorinox bien equipada, y los proyectos aparecieron
de a montones. Siempre en línea con su filosofía de "abrazar el desorden y la incertidumbre, y
aplicar habilidades estratégicas de resolución de problemas al nivel más abarcativo posible".
La empresa fue creciendo como una criatura que mezclaba habilidades de agencia, consultoría
y experimentos de innovación.
"Seguimos leyendo notas sobre cómo la industria publicitaria está chocando e incendiándose,
y eso es porque los problemas que tenemos que resolver son más complejos que nunca",
advierte Zoe, que pretende romper con el modelo de agencias grandes, que buscan "grandes
negocios y victorias fáciles, prosternándose ante clientes que se apegan al statu quo".
Como ejemplo del poder de fuego creativo que busca despertar, plantea un escenario donde
una marca deportiva que aboga por el ejercicio consciente se limita a vender zapatillas. ¿Cómo
mejorar el mensaje? Quizá con un draft bajo el concepto "What if?" ("¿Cómo sería si...?"), que
muestre escenarios de potenciales latentes, como la creación de espacios de retail donde
los clientes puedan comprar análisis de marcha (y de emociones) personalizados. "Es todo
lo que necesitás para crear modelos de negocios mínimamente viables, y que empiecen las
conversaciones con las áreas de finanzas e investigación y desarrollo".
¿Cómo es tu día a día en Bodacious?
Siempre distinto, porque los proyectos son muy variados. En cuanto al equipo, en general solo
se trata de mí y -dependiendo del encargo- armo una mezcla de freelancers especializados
para que me ayuden donde se necesite: desde creativos hasta tecnólogos y managers de
proyecto. Prefiero mantener las cosas austeras, así que elijo los proyectos en los que realmente
quiero trabajar, en vez de preocuparme constantemente por los gastos estructurales y los
salarios. Creo que la mayoría de las agencias y consultoras del futuro trabajarán así: como un
modelo "Avengers Assemble" de personas geniales juntándose por proyectos.
¿Cómo funciona el pensamiento out of the box?
No tengo ningún marco o proceso predeterminado. Cada brief es absolutamente único,
e intento abordarlo de esa manera. Nunca me sumerjo en un camino específico, como
"anunciar siempre", porque la respuesta no suele ser esa; podría ser desarrollo de producto,
expandirse hacia nuevas categorías, alcanzar nuevas audiencias, avanzar en una sociedad o
una colaboración. Tenés que mantener tu cabeza abierta y ser un verdadero estratega, lo que
significa no siempre producir las mismas respuestas en masa.
I want to break free
Los cambios en la industria -los reales y los deseados- tienen su correlato en el movimiento
tectónico que afecta al mundo digital. Vivimos entre una vanguardia emergente de creadores
que cultivan comunidades apasionadas y rentables, con miras hacia una nueva era de
oportunidades y experimentación. El camino fue sinuoso. La promesa inicial, demasiado
buena: alcanzaba con un celular o una laptop para empezar a grabar y ganarse la vida desde
casa -o mejor aún- viajando por el mundo. Un nuevo sueño americano con maestros
experimentados, aficionados a la belleza, gamers, estilistas y bailarinas en busca de fans,
fama y fortuna.
Pero Zoe es realista: para hacer dinero en el nuevo mundo había que ganar la lotería de las
redes sociales, con millones de seguidores que permitieran generar esponsoreos o "compartir"
ingresos con YouTube, Twitch, Instagram y Facebook. La zanahoria siempre estaba un poco
más adelante. Las cosas mejoraron un poco con las plataformas de pago directo de fans,
seguidores o suscriptores (Substack, Patreon, OnlyFans), hasta que Instagram, Facebook y
Snapchat empezaron a copiar la funcionalidad.
El problema es estructural; el modelo tiene bases endebles. Los creadores no poseen a sus
audiencias. "Aunque sigan los hashtags adecuados y posteen las recomendadas cinco a siete
veces por día, los algoritmos están diseñados para beneficiar a los jefes supremos de las
plataformas, no a los creadores", plantea Zoe. Una encuesta de Bodacious, la consultora
NonFiction Research y la plataforma de negocios Mighty Networks, encontró que el 93% de
los 1.624 generadores de contenido entrevistados pensaba que esta nueva economía tuvo un
impacto negativo en sus vidas, con el 65% sintiéndose sobreexigidos y mal pagos.
Mientras se multiplican los casos de burnout, crece la conciencia de que los beneficios
no pagan tanto esfuerzo. Como en The Wire, el juego está amañado. Si queremos que esa
economía tenga futuro, vamos a necesitar mejores opciones. "La energía en la economía de
los creadores se está moviendo desde las redes sociales hacia un futuro en el que cada uno
tenga su propio efecto de red", advierte aquel estudio, que invita a un nuevo manifiesto:
● Los nuevos creadores son dueños, no inquilinos. Entienden la importancia de tener
sus propios negocios, relaciones y flujos de información. En lugar de pasar horas buscando
audiencias en las redes, ponen su marca en el centro.
● Buscan el nicho. El éxito pasa por crear una base de fans interesados en su especialidad:
quizá no tan numerosos, pero fieles y dispuestos a pagar un precio justo por un contenido
que mejora algún aspecto de sus vidas. Si para ganar mil dólares mensuales se necesitan 100
mil seguidores en Instagram o dos millones de views en YouTube, se puede llegar al mismo
monto con 225 "mecenas" en Patreon o 251 suscriptores en OnlyFans.
● Invierten en comunidades, no en audiencias. Una comunidad no se construye sobre
feeds de comentarios ni exige que luches por la atención en cada post. Una audiencia libera una
verdadera interacción entre pares, generando espacios de comunicación y transformación.
● Construyen un efecto de redes, no una cinta transportadora. Con un nuevo set de
herramientas y tecnologías, combinan comunidad, contenido y suscripciones. El engagement
se vuelve más real, poderoso y rentable.
El fandom manda
Zoe había pronosticado en 2020 que el mundo del fandom se volvería la moneda dominante
en la música, el deporte, el cine y la TV. Las cosas se movieron rápido en la pandemia. Ya
todos hablamos de fandom, el neologismo que contrae la expresión inglesa Fan Kingdom o
"reino de los fans".
¿Qué tan distintas son las comunidades de fans respecto al pasado?
En verdad, existen desde siempre. Hemos tenido foros de fans, arte de fans y fan fiction durante
décadas, pero hoy estamos presenciando el nacimiento de tecnologías y plataformas que les
dan más autonomía, más poder individual y colectivo, y más oportunidades para acercarse a
los artistas, bandas o actores que aman. Su fandom ahora es más poderoso. Pueden pagar a
los artistas directamente, ayudar a que naveguen su proceso creativo junto a ellos, hablarles
e incluso colaborar con ideas. El fandom ya no es un acto pasivo de apreciación; ahora es
un rol activo en la creación y la cultura, lo que lleva a grandes cambios en su importancia
comercial y en el tipo de influencia que domina.
Mientras avizora una evolución de la web 2.0 (hacerse viral) a la 3.0 (hacerse tribal), Zoe
desarrolló una fórmula sobre el nuevo fandom, que multiplica tres factores: comunidad (la
sensación de pertenencia e intimidad que brinda un grupo de pares), autonomía (libertad
creativa para compartir ideas sobre las pasiones propias) y acciones (con el potencial de una
recompensa futura).
La propiedad vuelve a estar en discusión. Si en los últimos años nos acostumbramos a usar el
contenido digital mientras entregábamos a las big tech nuestros datos, atención y creatividad,
ahora estamos en el umbral de la economía de la propiedad. Una revalorización -material y
simbólica- de lo que se genera y lo que se comparte. La llave para conseguirlo es la tecnología
blockchain (la estructura de datos que permite soportar y garantizar la seguridad del dinero
digital), Ethereum (la plataforma de código abierto que ayuda a programar contratos
inteligentes), las criptomonedas, los NFTs (permiten comprar y vender la propiedad de
artículos digitales únicos) y los fans tokens, que sirven para premiar y alentar la participación
de los seguidores.
El campo de acción es más amplio y estimulante. Las ideas, las historias y los personajes se
remezclan, reimaginan y reinventan. Las marcas deberían abrazar esta dinámica: a la reacción
inicial (el miedo y la desconfianza ante la pérdida del control) debería sucederle una apertura
a los pensamientos que viajan en nuevas direcciones. Los anunciantes necesitan reencuadrar
pedidos y expectativas, advierte Zoe: "No estás encargando un aviso; estás buscando la mejor
manera de acceder e involucrar a una audiencia particular. En esa instancia, el creador es
el que más sabe". El desafío es entender rápidamente cómo operar en un espacio donde el
product placement empieza a perder valor ante los creadores de sus propias marcas.
Zoe acuñó la expresión "marcas sin cabeza" (por lo horizontal y lo descentralizado) para
describir las iniciativas que ya están proponiendo esa revolución desde la web. Dos nombres
a seguir son The Bored Ape Yacht Club (una colección de 10 mil dibujos en formato NFT,
que permiten su comercialización como libros, café o cerveza) y Cryptopunks, donde una
comunidad crea su identidad sin necesidad de acuerdos de licencia, convirtiéndose en una
marca de cómics e indumentaria a través historias inspiradas en el punk que, a su vez, pueden
expandirse, remixarse y seguir monetizándose.
¿Qué es lo que más te impresiona del fenómeno NFT?
La explosión de creatividad. La frase "el medio es el mensaje" no podría ser más cierta
con los NFTs. Cada vez que aparece un nuevo formato, el arte cambia. Con el vinilo, los
álbumes se volvieron narrativas de 45 minutos. Con Spotify, las canciones se acortaron a
dos minutos y medio o tres, para encajar en el algoritmo. Con TikTok, la música se enfocó en
ganchos pegajosos que ayudaran a contar historias visuales. Con los NFTs, el arte vuelve a
cambiar y metamorfosearse. Hemos visto experimentos fascinantes sobre identidades como
commodities (Bored Ape) o sobre el arte como una membresía, en la campaña de Adidas
"Into The Metaverse" [una edición limitada colaborativa que ya se agotó]. Y apenas estamos
empezando. Me entusiasma ver adónde nos lleva el espacio NFT en términos de liberación
de ideas nuevas y experiencias artísticas completamente diferentes, con el formato como
fuerza impulsora de la experimentación.
El cambio es imparable: los modelos de negocio del futuro asoman abiertos y colaborativos.
A la manera de un estudio discográfico o una agencia de talentos, las marcas podrían
convertirse en un hub de recursos, una plataforma para que miles de creadores prueben sus
talentos. Lejos de diluirlas, sus aportes las potencian, argumenta Zoe. Las llevan en nuevas
direcciones, las abren a nuevas comunidades. Lejos del desastre, el nuevo balance de poder
abre nada más -y nada menos- que un abanico de posibilidades infinitas.
Consejos para evitar el burnout
Zoe Scaman tiene una mente compleja. Aunque reconoce tendencias obsesivo-compulsivas (todo lo que toca tiene que estar perfecto), advierte sobre un signo de estos tiempos
y pide parar la pelota. Todos necesitamos más paciencia y empatía, para entender que no
somos el centro del universo y que los cambios pueden infundir miedo. Cuando el planning director Rob Estreitinho le preguntó qué necesitaríamos tener -o hacer- menos,
dio una respuesta clarificadora: "El estrés que nos creamos a nosotros mismos, debido a
nuestra adicción a la productividad. Es especialmente así en las agencias. Estamos condicionados a pensar que deberíamos trabajar hasta muy tarde, aportando a cada pitch,
siempre rodeados de las personas más inteligentes de la habitación, hasta las once de la
noche. Rompé ese ciclo. Ganá algo de perspectiva. En la realidad, pasás seis meses trabajando en un proyecto que alguien se salteará en Instagram en un segundo. ¿A quién le
importa, realmente? ¿Amerita problemas de sueño, una mala alimentación, no tener vida
social y daños en tus relaciones más cercanas? Para nada. Aprendé a decir que no, aprendé
a desconectarte. Necesitamos cuidarnos mejor, y eso empieza con descanso y equilibrio"
Influencers y creadores, separados al nacer
Para Scaman, el nuevo ecosistema digital alumbró dos nuevas razas, parecidas pero con
algunas diferencias, que no conviene pasar por alto. El influencer "cultiva un seguimiento
social a través de una vida curada con ingenio, convirtiéndose en un lienzo apetitoso para
atraer la atención de marcas relevantes, que fácilmente puedan encajar en su mundo de
perfección editada", ironiza en su newsletter Musings of A Wandering Mind. El creador,
en cambio, "se apoya en sus propios talentos en un tema específico, creando contenido
entretenido, educativo o lo suficientemente atractivo como para hacer crecer una
comunidad fuerte y adherente, a la que eventualmente podrá influenciar para transformar
a sus seguidores en financistas". Uno monetiza a sus audiencias a través de las marcas; el
otro, en forma directa. A los dos los mueve la convicción de que es un buen momento para
revalorizar lo que vemos en ellos.