opinión
Aprender la lección
Por Horacio Marmurek
Periodista de cultura y espectáculos
En febrero de 1922, Vladímir Lenin tuvo una charla con Anatoli Lunacharski, comisario del
Pueblo para la Educación y principal ideólogo soviético (después de Lenin, por supuesto).
Como Lunacharski recordaba en sus cartas, Lenin le habló sobre el desarrollo del cine
comunista. El revolucionario le dijo que las películas que había que hacer tenían que ser
entretenidas y científicas, mientras que se prohibirían las contrarrevolucionarias y las
lujuriosas.
Lenin afirmó: "Eres famoso como mecenas de las artes, entonces debes recordar firmemente
que el cine es el arte más importante para nosotros". Esta cita se mencionó por primera vez
en 1925, y aún hoy se la sigue repitiendo en las escuelas de cine.
En 1923 el primer presidente de la Motion Picture Association of America (MPAA, hoy MPA),
William Hays, dijo: "Cada película que América [Estados Unidos] exporte, no importa cuál sea
el lugar, debe reflejar para el mundo los propósitos, los ideales, los logros y el modo de vida
americano. Vamos a venderle al mundo el estilo de vida americano a través de las películas".
Esta no se enseña tanto.
Casi cien años después, en 2014, el presidente Xi Jinping declaró: "Durante sus cinco mil años
de historia, China ha creado una cultura profunda y brillante. Debemos diseminar la cultura
china de una forma popular".
Las tensiones entre Occidente y Oriente están a la orden del día en una batalla comercial,
primero, y física a partir del 24 de febrero de 2022. Las industrias culturales no han quedado
al margen de distintos conflictos, y el cine no es la excepción. Mientras los grandes estudios
deciden hacerle boicot a Rusia y no estrenar sus producciones más importantes, la república
de Putin relaja las leyes contra la piratería permitiendo que esos estrenos circulen en el país
bajados de internet.
Rápidamente Igor Grom contra el doctor Peste la película de superhéroes a la Marvel incluida
en Netflix dejó de estar a la vista y algo parecido le pasó a Sputnik, una suerte de alien que
vuelve a la URSS. Porque Rusia viene desarrollando una serie de producciones que quieren
competir de igual a igual en el mundo con elementos propios y envoltorio de blockbuster. A
principios de marzo, Netflix detuvo de forma temporal todos los proyectos y adquisiciones
futuras en el país mientras evaluaba el impacto de la invasión de Ucrania por parte de Moscú.
"Dadas las circunstancias sobre el terreno, hemos decidido suspender nuestro servicio en
Rusia", dijo un portavoz de Netflix, a la vez que confirmó la suspensión de toda su producción
original en el territorio y la adquisición de los derechos de proyectos futuros.
La empresa tenía cuatro proyectos originales de Rusia en curso, incluida la muy esperada
serie Anna K basada en la novela de León Tolstói, Ana Karenina, y Zato, policial neo-noir
ubicado en el final de la Unión Soviética. Según una fuente de Netflix, citada por la revista
Variety, la plataforma está evaluando el impacto de los eventos actuales.
Una de las razones por las cuales se toma esta decisión tiene que ver con la negativa por
parte del gigante del streaming de cumplir con la nueva ley de transmisión de Rusia, que
requiere que las plataformas incluyan veinte canales públicos para poder operar en el país.
La ley, que entró en vigencia el 1° de marzo, les exige a Netflix y a otros servicios de streaming
que transmitan contenido de medios vinculados al Estado, como Channel One, la red de
entretenimiento NTV y Mainstream Channel.
Mientras los sitios de RT (Russia Today) o Sputnik eran bloqueados en YouTube en Europa y
otras partes del mundo, las sanciones económicas a Rusia parecen abrir una nueva serie de
interrogantes en el futuro del mundo audiovisual.
Las guerras en muchos casos se juegan en el campo de lo simbólico y, volviendo al comienzo de
este texto, vemos que esto estaba claro a ambos lados del mundo ya en las primeras décadas
del siglo XX y lo está aún más en estos años.
Ningún país del mundo intentaría hacer con China lo que están haciendo con Rusia. El mercado
de ese país representa 1.4 billones de clientes potenciales que pueden consumir cualquier
producto. Y eso les quedó muy claro a los estudios y productoras de Hollywood hace mas de
tres décadas.
Hoy la venta de entradas de cine que vienen desde China representa la misma cantidad de
tickets que se cortan en Estados Unidos. Un negocio demasiado grande como para decidir
cortarlo por diferencias políticas.
Erich Schwartzel, periodista del Washington Post, acaba de publicar Red Carpet. Hollywood,
China, and the Global Battle for Cultural Supremacy. Una investigación que recapitula las
estrategias de Estados Unidos para erigirse como la gran factoría cultural del Occidente y su
noviazgo con su mayor competidor, China. Lo que cuenta en sus páginas es cómo el gigante
de Oriente es hoy un aplicado alumno de una estrategia que cumple cien años en 2023.
Los chinos dejaron de ser villanos y pasaron a ser el mejor amigo del héroe de la película,
cuando no el protagonista de la misma. No se cuestiona el gobierno chino y no se habla
de corrupción ni de comunismo en las películas que tienen ganas de ser estrenadas en
esas tierras. Incluso se cambian finales a películas que tienen varios años pero pueden ser
disruptivos, como El club de la pelea. En el final original se mostraba al narrador en la voz
de Edward Norton matar a su álter ego imaginario Tyler Durden, interpretado por Brad Pitt,
antes de que las bombas destruyeran edificios en el clímax de un complot subversivo para
reordenar la sociedad, denominado Project Mayhem ("Proyecto caos"). En China, antes de las
explosiones, un mensaje dice ahora que la policía frustró el complot, arrestó a los criminales
y envió a Durden a un "asilo para lunáticos". El nuevo final les dice a los espectadores: "A
través de la pista proporcionada por Tyler, la policía descubrió rápidamente todo el plan y
arrestó a todos los criminales, evitando con éxito que la bomba explotara. Después del juicio,
Tyler fue enviado a un asilo para lunáticos para recibir tratamiento psicológico. Fue dado de
alta del hospital en 2012".
La investigación de Schwartzel demuestra que no hay división entre negocio y política en
China. Que los funcionarios entienden lo que puede causar una película y su representación
de la sociedad, y no están dispuestos a dejarlo en manos del mercado. Y el mercado desea ese
público y acepta los pedidos de quienes tienen las llaves del territorio.
El libro, además, detalla cómo el dinero de esas entradas financia compras chinas en
Hollywood, donde ahora tienen productoras que responden al gobierno comunista a la hora
de desarrollar contenidos que deben llegar a China.
Alumnos aplicados que aprendieron durante años las lecciones desarrolladas en Hollywood
en un mercado que busca expandirse para no estancarse. La expansión infinita en un mundo
finito es una de las razones por las cuales más temprano que tarde el ecosistema de streaming
empezará a revisar sus estrategias.
Al cierre del primer trimestre del año, Netflix falló por primera vez en su previsión de
crecimiento de suscriptores, lo que provocó una reacción en los inversores. Esa entelequia
que son los accionistas salió corriendo a vender sus papeles provocando una caída muy
grande del precio de la empresa. Del mismo modo en que, de manera inversa, creció muy
rápido años atrás cuando estrenó House of Cards.
Es que la empresa de la N roja tiene que dar batalla frente a cada vez más competidores, y
todos ellos buscan aumentar su base de suscriptores.
La contrapropuesta de la empresa ya estaba en análisis hace algunos años. La compañía
estadounidense anunció que Chile, Costa Rica y Perú serán los países de prueba de una
nueva característica que limitará que los usuarios compartan una misma cuenta en hogares
diferentes, algo sobre lo que Netflix ha hecho la vista gorda hasta ahora.
En un comunicado, la empresa dijo que, si bien las características de separación de perfiles
y transmisiones en múltiples dispositivos han sido populares en su servicio, "también han
creado cierta confusión sobre cuándo y cómo se puede compartir Netflix". Así que aplicará
un cobro para permitirlo.
La función "Agregar un miembro adicional" hará que los usuarios con planes estándar y
premium añadan "subcuentas para hasta dos personas con las que no viven". Cada uno de
esos "invitados" tendrá un perfil propio, nombre de usuario y contraseña por un costo de dos
dólares (la compañía no especificó si el cobro es mensual, semanal o diario).
O cómo conseguir más suscriptores como pide el mercado de manera rápida.
Es que un servicio de estas características necesita financiarse y la inflación mundial no le
es ajena. Y mientras el streaming pelea para ver quién se quedará con la corona, el cine
sobrevive a base de tanques.
La crisis de venta de entradas en buena parte de la región no detiene su avance y, si bien las
cuatro millones de entradas vendidas de Spider-man. Sin camino a casa son una gran noticia,
todo lo demás en buena parte del mundo no supera la media.
Pero, como se dice habitualmente, eso es una historia para otro día.