Hubo más: en una de las fotos, si se hace zoom, se ve un papel con un fragmento de la página
11 de la sentencia del caso Ashcroft v. Free Speech Coalition, de 2008, por el que la Corte
Suprema de los Estados Unidos se pronunció en torno a la pornografía infantil virtual.
Es decir, no fue un error estético ni una torpeza. ¿Qué fue lo que quiso decir Balenciaga?
Las redes ardieron de indignación. Miles de usuarios enojados pidieron que retiraran la
campaña y fueron por más: exigieron la cancelación de la empresa y escracharon a los famosos
que suelen mostrarse con alguna prenda de la marca.
La empresa publicó un comunicado en Instagram firmado por su presidente y CEO, Cédric
Charbit. Allí pidió un perdón algo lavado: “Balenciaga tomará las siguientes acciones con el
objetivo de aprender de nuestros errores como organización”, decía el comunicado.
No solo las redes fueron implacables. En la prensa también hubo fuertes críticas. Dos ejemplos:
según el New York Times, “la polémica se ha convertido en una de las colisiones más explícitas
de la cultura de internet, la política, la moda y las teorías de la conspiración hasta la fecha”.
Y el presentador de Fox News, Tucker Carlson, opinó en su programa del prime time: “Aquí
pueden ver a una gran marca internacional que promueve la pornografía infantil y el sexo
con niños. Y no lo promueve sutilmente, sino a la vista de todos”.
Algunos famosos también tuvieron que salir a plantar posición. Kim Kardashian, uno de
los rostros más visibles de la marca, dijo que estaba “conmocionada por las perturbadoras
imágenes” y que está reconsiderando su relación con la compañía. Veremos si es cierto o solo
un comentario para salir del paso.
Pero la ira en las redes no bajaba. Casi un mes después de que el tema había salido a la
superficie, tuvo que salir a calmar las aguas el director creativo de Balenciaga, Demna Gvasalia,
al frente de la marca desde 2015. Por Instagram pidió perdón y dijo que “fue inapropiado que
los niños promocionaran objetos que no tenían nada que ver con ellos”.
Gvasalia dijo que le gusta “provocar un pensamiento a través de su trabajo”, pero que “nunca
tendría la intención de hacer eso con un tema tan horrible de abuso infantil que condeno”.
Luego indicó que necesita “aprender de esto” y “comprometerse con las organizaciones de
protección infantil” para ayudar a los niños que han sido abusados.
Además se comprometió a que Balenciaga tome las medidas necesarias para garantizar que
algo así “nunca vuelva a suceder” y “para asumir la responsabilidad de proteger el bienestar
infantil en todas las formas que podamos”. “Condenamos enérgicamente el abuso de los niños
en cualquiera de sus formas. Defendemos la seguridad y el bienestar de los niños”, agregó en
su comunicado.
El escándalo no quedó solo ahí ya que Balenciaga empezó a buscar culpables y fue a la justicia.
Demandó a la empresa North Six (productora de la campaña) y al escenógrafo Nicholas Des
Jardins por los daños que, entienden, sufrió su imagen a raíz de la campaña. “Nos tomamos este
asunto muy en serio y estamos emprendiendo acciones legales contra las partes responsables
de crear el set e incluir elementos no aprobados para nuestra sesión de fotos de la campaña
de primavera”, dijo la vocera de la empresa.
Las fotos de esta campaña fueron hechas por Gabriele Galimberti, un reconocido fotógrafo de
National Geographic, a quien también en las redes buscaron cancelar. Galimberti publicó su
comunicado buscando desligarse del tema: “Como fotógrafo, solo se me pidió que iluminara
la escena dada, y tomara las fotos de acuerdo con mi estilo característico. Como de costumbre
en un shoot publicitario, la dirección de la campaña y la elección de los objetos mostrados no
están en manos del fotógrafo”, explicó.
La empresa que nació de la mano de los diseños y la alta costura de Cristóbal Balenciaga hoy
tiene recursos de sobra para enfrentar cualquier tipo de crisis, tanto en los medios y en las
redes sociales como en la justicia. Balenciaga es propiedad de la firma Kering SA y solo en
2021 generó unos 1.810 millones de dólares en ventas.
Algunas conclusiones sobre esta crisis:
—El mensaje de disculpas se publicó solo en idioma inglés y mediante stories de
Instagram. La marca, de esta manera, parece haber subestimado el problema. No le dio la
suficiente importancia institucional a su comunicado.
Además publicando solo en ese formato y en inglés, dejó afuera al resto de las personas de
otros países y/o que no usan esa red social. Estos pueden o no ser clientes y consumidores
de la marca, pero sin dudas merecían unas disculpas por lo ocurrido por ser parte de la
conversación digital. Y también otros involucrados tangencialmente, por ejemplo familiares
de víctimas de la explotación infantil, personas abusadas, organizaciones infantiles, etc. En
este caso la marca perdió una gran oportunidad para posicionarse de cara hacia el futuro. Tal
vez lo publicaron solo en inglés para no amplificar el problema. De ser ese el motivo, fue una
decisión errada: la crisis de Balenciaga ya había sido publicada en todo el mundo.
—Decir lo opuesto a lo que ocurrió. El comunicado de la marca sostiene que “fue
inapropiado que los niños promocionaran objetos que no tenían nada que ver con ellos”. Sí,
claro que fue inapropiado. Justamente por esa misma razón se armó semejante escándalo.
Ahora bien, la pregunta surge sola: si piensan eso, entonces ¿por qué lanzaron esta campaña?
O no lo piensan realmente o algo falló. ¿Qué falló? No lo explican. La enseñanza que deberían
absorber los que trabajan en el mundo de la comunicación es que más allá de lo que expresen
en un comunicado, lo importante siempre es lo que uno hace, no lo que uno dice.
—Es hora de que las empresas entiendan que los menores de edad no tienen nada que
hacer en fotos de marcas de moda para adultos. También para las marcas llegó el momento
de re pensar su vínculo con las celebrities. Y viceversa. Es un tema interesante y muy amplio
para explayarnos en esta columna pero en algún momento esta manera de generar publicidad
va a tener que ser analizada con más detalle.
—Del escándalo surge una pregunta que habitualmente aparece en estos casos: ¿cómo esta
campaña pudo haber sido pensada, producida, ejecutada, aprobada y publicada? ¿Qué tipo
de cadena de decisiones tan desacertadas se estableció para publicar esas fotos sin que nadie
pudiera levantar la mano para alertar, frenar o al menos decir “hey, esto suena algo raro”?
—¿Una marca como Balenciaga no tenía preparada una estrategia de crisis en redes que le
sirviera como control de daños?
* * *
Algo anda muy mal en el mundo corporativo si alguno de los que ocupan puestos de decisión
de una gran empresa no supo, no pudo o no quiso apretar un botón de alarma para avisara
que una campaña masiva iba a lesionar seriamente la reputación de la propia marca.
Habrá que poner más el foco en pulir los procesos internos y mejorar la cadena de aprobaciones.
Casos hay de sobra, incluso en nuestro país. Publicidades sexistas y machistas de grandes
marcas en los últimos años no fueron solo un pifie o un descuido sino una gran falta de olfato
para comprender el contexto de una sociedad que cambió y que, por suerte, ya no tolera
semejantes mensajes