El joven director argentino Tomás Gómez hizo su debut en SXSW con
el film protagonizado por Mónica Villa y se alzó con el premio Adam
Yauch Hörnblowér Award, por su "propuesta única y atemporal".
Conversamos con Tomás sobre la experiencia de rodaje y su exitoso
primer paso en el festival.
A modo de presentación, contanos tu recorrido. Naciste en Buenos Aires, ¿cuándo te
fuiste a Estados Unidos y cómo entraste en el mundo del cine?
Te cuento: mi viejo es diplomático argentino, entonces un poco fuimos pinponeando para
todos lados durante mi infancia. Nací en Buenos Aires pero viví también en Costa Rica, en El
Salvador. Viví siete años en Estados Unidos, de los 7 a los 14 en las afueras de Washington y
después volvimos para la Argentina. Terminé el secundario acá. Estudié Ciencias Políticas e
hice mi licenciatura allá, ¡nada que ver con el cine!
Pero sirve...
A nivel superpragmático no sirve de nada pero sí me abrió mucho la cabeza, me ayudó a pensar,
me dio muchas herramientas y, más que nada, me puso en contacto con una bibliografía que
de otra manera no habría descubierto. Fue mientras estudiaba que me empecé a fascinar
con el cine. Un amigo mío tenía una cámara y yo estaba haciendo música en aquel entonces...
Horrible mi música pero, bueno, me mandaba igual. Se la pedí prestada porque estaba a
punto de compartir mi música con amigos y familia y me di cuenta de que estaba subiendo un
video negro a YouTube. Tenía que hacer algo, ponerle imágenes al tema... Así hice mi primer
corto oficial, tenía 19 años más o menos. Y me enfermé con la cámara; me encantó. A punto
tal que hacía música como excusa para filmar algo y luego abandonaba y hacía directamente
el corto.
Durante toda mi carrera de Ciencias Políticas yo era el pibe que se sentaba en el fondo y
escribía guiones, armaba storyboards... Y un amigo me dijo "che, ¿no te parece que deberías
dedicarte a esto?". Fue el cachetazo que necesitaba para meterme de lleno en cine. Hice dos
años de Diseño de Imagen y Sonido en la FADU después de recibirme de Ciencias Políticas,
y al mismo tiempo arranqué una productora donde hacíamos cosas de publicidad y cortos.
Eventualmente largué la FADU para dedicarme a la productora.
¿Cómo se llamaba?
Calixta Producciones. Una productora muy chiquita en el momento en el que estaba
arrancando la publicidad web; era el principio de las redes sociales. Hicimos un corto muy
lindo que me ayudó a entrar en varios festivales y me permitió que me aceptaran para hacer
un posgrado en Dirección en el American Film Institute en Los Ángeles. Fue una oportunidad
increíble que no podía dejar pasar, me becaron y pude venirme a estudiar. Después de haber
vivido tantos años en Estados Unidos, quería tener las dos experiencias de cine. Tanto en la
Argentina como acá. Y me encantaría abarcar mi carrera desde ese punto de vista. Hacer un
proyecto en la Argentina, un proyecto acá, e ir alternando. Yo me siento 100% argentino pero
también tengo una parte de mi identidad que se formó acá, eso no lo puedo despreciar.
¿Con qué expectativas llegas a la premiere de Crónicas de una Santa Errante?
¡Las expectativas son muy altas! Es mi primer largometraje. Es un lujo haber podido hacerlo y
terminarlo. Que se estrene además en un festival de este calibre, me parece un valor agregado
gigante y la frutillita del postre. Tengo muchas ganas de ver cómo interactúa el público tejano
ante una historia basada en un pueblito de la provincia de Buenos Aires. Por ahí hay puntos
en común y uno nunca sabe qué va a suceder cuando el público se encuentre con eso. ¡Y
muchos nervios también! Es largar el bebe al mundo y desear que pueda caminar solo.
Para los que no la vieron y sin spoilear, ¿querés contar un poquito de qué se trata?
La peli es la historia de Rita López, una señora que vive en un pueblito muy pequeño de
la provincia de Buenos Aires. Un pueblito medio perdido en el medio del campo. Ella,
básicamente, se dedica a competir con las otras señoras del pueblo a ver cuál de ellas es la
más piadosa y quién queda mejor parada frente al sacerdote que siempre anda circulando
por ahí. En ese afán de ser venerada como la más santa del pueblo, Rita medio que se topa sin
querer con la santidad y descubre un mundo distinto del que imaginaba.
Pero esta Rita no es cualquiera, ¡la protagonista de la película es nada más ni nada
menos que la genia de Mónica Villa! Muchos nos preguntábamos qué era de su vida,
dónde estaba. ¿Cómo se sumó al proyecto?
¡Jaja! La verdad es que fue una especie de milagro, hablando de milagros en la peli.
Porque es una peli chica, independiente 100%. Años atrás yo le había compartido el guion
a mi DF y me había dicho: "Che, pensé mucho en Mónica Villa". Conecté y de ahí en más,
en todos los borradores del guion, yo ya estaba pensando en ella. Y la verdad es que es un
garrón pensar en alguien específicamente porque te atás y si después no puede esa persona
o no está disponible... Por suerte, él es amigo del hijo de Mónica así que me dijo: "Al menos
tengo el número de teléfono. Vos hacé lo tuyo". La llamé, le conté muy brevemente de qué
iba la historia, como el pitch de 5 minutos, y me dijo: "Ok, mandame el guion". Se lo mandé.
Lo leyó ese mismo día. Me llamó y me dijo que le había gustado y que estaba interesada. Me
agarra piel de gallina ahora acordándome de ese momento porque no lo podía creer. Ella
es icónica. Estuvo en lo más grande del cine argentino y de la televisión. Y es perfecta para
el personaje. En ese momento dije: "Acá se arma algo lindo, algo especial". Y no te puedo
explicar lo que es trabajar con alguien de ese calibre. Fue un superlujo. Es aprender, trabajar,
compartir, colaborar y con alguien que es súper mega capaz. Alguien que tiene todas sus
herramientas actorales afiladísimas. Lo que propone está buenísimo. Las sutilezas que
maneja son increíbles. Una experiencia inolvidable y ojalá pueda volver a trabajar con ella
porque fue un lujazo.
La historia va sumando géneros a medida que avanza, capa tras capa. ¿Cómo la fuiste
armando en tu cabeza?
Lo de las capas me parece una analogía superválida porque en el primer borrador había
muchas cosas presentes. Era la historia de una señora que quería ser admirada, competía
con las otras señoras del pueblo y se encontraba con este aspecto de la santidad. El proceso
de escribir es como pulir, no es que una persona se sienta y saca todo de una vez. Se va
encontrando lo que tiene más sentido para la historia. A partir de una imagen que se me
había ocurrido medio subconscientemente: una persona que brillaba en medio de un espacio
rural, caminando entre el pastizal, como un fantasma..., esa era la imagen que me guiaba. Y
tratando también de adaptar la leyenda rural de la "luz mala", que tal vez es buena, o tal vez
es una persona. Esa es un poco la idea, la de una persona que está transicionando. Así fue un
poco el desarrollo.
Otra cosa que llamó mucho la atención es el lugar, el momento de los títulos que resulta
muy funcional a la historia. ¿Eso es algo que se pensó así desde el comienzo o fue un
guiño que surgió después?
Soy muy fanático de Hitchcock y tengo muchas referencias de Psicosis y es una peli que
también, en el medio, se desdobla. Pienso mucho en Lynch, que también lo hace seguido. A
mí me encanta cuando pasa eso. Me encanta cuando pienso que la peli va por un lado y de
repente gira y va para otro lado pero tiene que ver con lo anterior. Los créditos y el momento
en que aparecen tenían que ver con reforzar esa idea, ese cambio tajante de dirección y ver
qué genera en el espectador algo como del código, ¿no? Un poco como las reglas. Te endilgaron
una cosa pero la realidad te indica que es otra. Es lo que le sucede a la protagonista; quería
subrayar eso.
¿Sos religioso?
No. Me crie en un contexto muy religioso, fui a un colegio católico en la Argentina. Fui a
misionar en mi adolescencia, de hecho tengo una relación muy particular con el pueblo donde
se filmó la película. Se llama Antonio Carboni (queda a unos 20 km de Lobos). Entonces tengo
el bagaje cultural y un poco ideológico también del catolicismo. Ahora, si bien soy agnóstico,
hay una fascinación eterna por mucha de la simbología que me dejó el catolicismo. Creo que
de ahí viene la exploración de la peli. Aunque yo no considero que la hable sobre la religión
sino sobre las personas que forman parte de esa religión. No critico ni mucho menos. Para
mí, que cada persona decida lo que le venga mejor. Sí tenía ganas de explorar la animosidad
y la competencia que se genera por ser perfecta dentro de este contexto. Y como lo he visto,
me parece superdivertido. Yo también soy así en otro contexto, en el cine y en mi vida, así que
me podía identificar.
El film fue galardonado con el Adam Yauch Hornblower Award, ¿qué distingue este
premio y qué significa para vos?
El premio fue totalmente inesperado. ¡Casi ni voy a la entrega de premios! El premio lleva el
nombre de uno de los Beastie Boys, que además de músico fue cineasta, y premia a la película
que más se atrevió a romper el molde y ser auténtica y original. Es realmente súper alentador
a todo el trabajo y el esfuerzo que venimos metiéndole a esta peli hace más de 5 años. Es una
distinción de primer nivel y me llena de orgullo.
¿Cómo se vivió la alfombra roja y cómo fue el festejo?
En la alfombra roja estaba nerviosísimo. Es mi primer largometraje, y este era su primer
encuentro con el público, así que me aterrorizaba toda la situación. Una vez que la peli empezó
a gustar y que recibiera el premio, tuve una sensación de alivio gigante. Salimos a comer y a
bailar con todo el equipo, fue realmente hermoso.