Por Horacio Marmurek Periodista de cultura y espectáculos
A esta altura de 2023 en el hemisferio sur podemos empezar a contar los días para terminar
el año. Doce meses que tuvieron, por fin, un desarrollo normal o todo lo normal que nuestro
país nos permite.
La salida de la pandemia en términos de contenidos audiovisuales, ya sea de cine, televisión
o streaming, lidiaron con su primer año de desarrollo sin preocupaciones por el covid.
Se dejaron de lados los protocolos en las filmaciones y en las funciones, se pasó a una
normalidad tan normal que parecemos habernos olvidados de que la cuarentena existió.
Los espectadores argentinos fueron los primeros en recuperar la asistencia al cine a niveles
previos a la pandemia para mitad de año, antes que en otros países de la región e inclusive
de Europa.
Será 2023 el año donde las ficciones argentinas escasearon en la televisión abierta. Canal
13 fue quien jugó una apuesta por la ficción y no sacó un pleno, ni mucho menos. Primero
con Argentina. Tierra de Amor y Venganza, segunda parte, que terminó en horarios extraños
y con cortes de edición, y después con Buenos chicos, otro intento de tira que se presenta
interesante, sobre todo en algo que necesita la pantalla local: nuevos talentos.
La Televisión Pública, también, aportó lo suyo. Ficciones cortas, ensayos de formato. Un
espacio que merece destacarse porque cumple con el rol de una televisión que no corre atrás
del rating, o no debería, y que da espacio a nuevos, clásicos y establecidos artistas.
El mundo del streaming cumplió con su cuota de producción local, con algunas ficciones,
varios programas de otros géneros y por sumar muchas películas argentinas a sus catálogos.
Amazon desarrolló una relación con la productora de Santiago Mitre, después de Argentina
1985, y agregó todas sus películas previas: Blondi, de Dolores Fonzi; Barrabrava, una serie
con Gastón Pauls. Netflix remasterizó la obra de Marcelo Piñeyro y Pablo Trapero. HBOMax
presentó Casi muerta con Natalia Oreiro dirigida por Fernán Mirás; sumó La extorsión, con
Guillermo Francella; y agregó la tercera temporada de El jardín de bronce, con Joaquín Furriel.
Mientras que Star+ y Disney+ sumaron ficciones como Chueco, con Darío Barasi y Agustín
Soy Rada Aristarán; y una para adolescentes que se llama FreeKs, entre otras.
Flow también tuvo su cuota de estrenos argentinos, producciones construidas con el
programa Renacer Audiovisual y otras en coproducción para cine y como primera pantalla
de exhibición en streaming.
En un año captado por la película Barbie en las salas, el cine argentino tuvo sus pequeñas
victorias: Blondi fue una de ellas, también la ya mencionada, La extorsión.
La producción de cine local continúa generando interés en el mundo, y algunos números lo
refrendan. El cine argentino es el segundo en disponibilidad en Estados Unidos. Un dato para
graficar esta afirmación es que, en mayo de 2023, 2660 películas mexicanas se podían ver
en plataformas y cines contra 1137 argentinas. Nada mal para una cinematografía que no
siempre es apreciada por el país que la produce.
Mientras se desarrollaba la edición 71 del Festival de San Sebastián, la delegación argentina
presente en el lugar se sacó una foto para graficar su presencia y dejar testimonio de la
necesidad de una política virtuosa de fomento a una industria que trae prestigio y dinero al
país. Dicho acto se planteó como respuesta a las propuestas políticas de ciertos sectores que
amenazan con cerrar, una vez más, el Instituto de Cine, el mentado INCAA. Que si bien no
siempre funciona como debería, es perfectible, no destruible.
A su funcionamiento autárquico, es decir, se mantiene con lo que recauda, se le suman muchas
funciones que quizás no sean tan conocidas; por ejemplo, la de fiscalización de la venta de
entradas, la calificación de los contenidos de todas las pantallas, cines y plataformas, o la
promoción interna y externa.
La preocupación del sector audiovisual sobre las políticas a implementar en el futuro
inmediato tiene que ver con la crisis económica que se vive en el país pero, también, con las
últimas novedades del exterior.
Para cuando se lean estas líneas la huelga de escritores que tenía lugar en Estados Unidos
habrá llegado a su fin y, factiblemente, la de actores también.
Esta huelga ha dejado a la vista que el ecosistema de cines, streaming y canales de televisión
está atravesando una crisis que aún no tiene un horizonte claro.
Bob Iger, CEO de Disney, ha quedado como uno de los villanos de la historia. Sus declaraciones
contra los trabajadores y su intransigencia a la hora de reconocer las demandas han hecho
del alguna vez hombre prodigio de los negocios el personaje antipático del momento.
Disney ha tenido que revisar su calendario de estrenos, levantar proyectos, cerrar unidades
y despedir empleados. Está en el medio de una pelea política y monetaria con el gobernador
de Florida. Y los rumores de venta de algunos activos, como la cadena de TV de aire, ABC,
están a la orden del día.
La buena relación de Iger con el CEO de Apple, Tim Cook, ha despertado algunos rumores
sobre las chances de que el streaming de ambas compañías no llegue a una fusión más
adelante.
Otro que ha salido con algunas heridas de la huelga es David Zaslav, CEO de Warner/
Discovery, algunas más de las que ya tenía después de tomar algunas decisiones impopulares
con HBOMax, hoy en pleno cambio de marca, como eliminar contenidos de la plataforma o
interrumpir un montón de producciones de alto perfil.
Tampoco es un dato menor que algunas producciones originales de HBO hoy se puedan ver
en Netflix. Eso se debe a que Warner/Discovery ha vuelto a licenciar contenidos para generar
ingresos por otros medios que no sean las suscripciones.
Esta estrategia es una vuelta atrás a lo desarrollado en los últimos tres años.
Para competir con Netflix, estas empresas habían decidido cortarle el acceso a sus series,
películas y demás para quedárselos en exclusiva. Una política que han decidido revisar,
evidentemente.
Mientras tanto la empresa de Ted Sarandos ha vuelto a ser la número uno en suscripciones
en Estados Unidos, su plan con publicidad ha tenido una mejor performance en el último
trimestre y su plan de cortar con el compartir contraseña ha demostrado mejoras en
suscripciones únicas.
Amazon propone sumar publicidades para 2024, de a poco el cable se parece al streaming y
las OTT ya no tienen miedo a demostrarlo.
Esta crisis que sigue a la euforia del lanzamiento de tantas aplicaciones para igual cantidad
de servicios de streaming es lo que hay que mirar en todo el mundo pero más en la Argentina
en los años venideros.
No es casualidad que los arreglos entre los sindicatos en Estados Unidos y la Motion Picture
duren, ahora, tres años.
El tiempo se mueve veloz y las industrias deben hacerlo a ese ritmo.