entrevista
Pedro Bekinschtein
"Cuando nos falta algo, tomamos peores decisiones"
Por Pablo Corso
Foto Fernando Calzada
Después de dos años marcados por el aislamiento y la pérdida,
la pospandemia no trajo demasiado alivio a este lado del mundo,
empeñado en experimentar formas renovadas de la angustia.
¿Qué efectos genera la complejidad del momento en nuestras
mentes? Pedro Bekinschtein, director de Investigación de la
Fundación INECO y del Instituto de Neurociencia Cognitiva y
Traslacional, se anima a pensarlo. La memoria y el olvido, la
razón y la emoción, ocupan el centro de un escenario que a veces
amenaza con una opacidad indescifrable.
¿Cómo nos afectan las crisis socioeconómicas en la toma de decisiones?
Son procesos muy complejos, donde están afectadas muchas cuestiones que hacen a nuestra
vida. Si hablamos, por ejemplo, de que nos falta el dinero, en general aparece un "efecto
túnel": empezás a perder de vista el bosque y te focalizás en el árbol, las cosas chiquitas. Hay
estudios que demuestran que cuando a la gente le falta plata toma peores decisiones, como
hacer malas inversiones o tomar deudas que no debería tomar. Es lo que plantea la teoría de
la escasez: cuando te falta algo, perdés la visión del resto.
En situaciones de estrés uno tiende a tomar decisiones utilizando
los mecanismos de pensamiento rápido. Tenemos el mismo
cerebro desde hace miles de años. Cuando nos sentíamos
amenazados por otra tribu, un animal o la noche, debíamos
estar más atentos y reaccionar lo más rápido posible.
¿Cómo influye el estrés?
También modifica la manera en que tomamos decisiones. Existen dos sistemas de pensamiento:
uno más reflexivo, que es más lento; y otro más intuitivo, rápido y visceral. En situaciones
de estrés uno tiende a tomar decisiones utilizando los mecanismos de pensamiento rápido.
Tenemos el mismo cerebro desde hace miles de años. Cuando nos sentíamos amenazados
por otra tribu, un animal o la noche, debíamos estar más atentos y reaccionar lo más rápido
posible. Al poner en juego el pensamiento reflexivo, las decisiones -y las respuestas- son
más lentas.
El atentado fallido contra Cristina Fernández está casi borrado de la conversación
pública. Hace una década, cuando trabajabas en el Instituto de Biología Celular y
Neurociencias de la UBA, contabas que "el olvido supone un proceso activo del cerebro",
en lugar de un decaimiento pasivo. ¿Puede haber algo de eso en este caso?
Sí. Algunos mecanismos del olvido están propuestos como activos, y parecería ser que los que
se estudian a nivel individual podrían participar en el nivel colectivo. Lo que pasa es que la
memoria colectiva es distinta, porque incluye a todas las relaciones interpersonales y cómo
la memoria de unas personas se va modificando por la de las demás. Recordar algunas cosas
hace que uno olvide otras, sobre todo cuando están relacionadas. Durante la evocación de un
evento pueden representarse otros, que de alguna manera compiten por los recursos. Podría
pasar que recordar algún evento cercano al momento del atentando, pero no el atentado en
sí, haga que el episodio original se inhiba.
Es muy sencillo inducir recuerdos falsos. En esta época en la
que cualquier información puede ser falsa o tergiversada en
redes sociales, ese proceso se acrecienta porque su llegada es
más grande.
¿Cómo influye la información falsa en nuestra percepción y en nuestra acción?
Es muy sencillo inducir recuerdos falsos. En esta época en la que cualquier información puede
ser falsa o tergiversada en redes sociales, ese proceso se acrecienta porque su llegada es más
grande. Las campañas de antiderechos publican información falsa y la descontextualizan
para que quede dando vueltas y se fije como si fuera un recuerdo de algo que efectivamente
sucedió. Por eso hay tanta preocupación sobre cómo alertar a la gente o cómo amortiguar el
efecto que pueden producir esas desinformaciones en la memoria y en la manera en la que
luego decidimos.
En 2019 planteabas que "la ideología y el voto tienen un anclaje sustancial en las
emociones y la biología". Y que cuando la crisis arrecia, la dinámica se fortalece y nos
replegamos en los instintos de supervivencia básicos. ¿Cómo creés que se expresó eso
en estas elecciones?
Es especulación, porque todos los estudios son de laboratorio y no necesariamente explican
estos resultados, pero el hecho de que la crisis o el estrés hagan que uno tome menos
decisiones racionales también nos hace más proclive a votar por candidatos que proponen
certezas, sin pensar demasiado en cómo serían esos procesos.
¿Qué estructuras emocionales serían más acordes al voto a un candidato moderado o
a otro que se muestra exaltado?
Los planteos que producen emociones como miedo o rabia, que se sienten con mucha
intensidad, pueden activar las partes de nuestra fisiología relacionadas con la respuesta a la
amenaza, y llevarnos a tomar decisiones que quizás no tomaríamos en otro contexto. Tiene
que ver con proveer certezas en momentos en que hay mucha incertidumbre, donde se
supone que los partidos más históricos no han podido resolver los problemas. Es altamente
probable que cuando uno está escuchando a alguien más moderado, la activación emocional
sea menor. Y frente a una persona exaltada, mayor, pero desde un lugar no reflexivo. Siempre
te dicen que no tomes decisiones o que no discutas en momentos en que estás muy activado
emocionalmente, porque lo único que vas a hacer es alimentar ese momento. Cuando uno
baja de esa activación emocional, puede pensar las cosas de otra manera.
Es bastante limitado el espectro de estos tercios; se juegan
cuestiones sobre las que uno puede reflexionar, pero también
otras de tribalismo, de grupos de pertenencia, como el
antiperonismo o el antikirchnerismo. Me parece que el matiz
está en que hay pocas opciones para votar. Eso hace que sea
aun mayor este esfuerzo para convencerse de que uno tomó la
mejor decisión.
Un candidato promete dolarizar sueldos y terminar con "la casta" política, pero muchos
de sus votantes deben saber que eso difícilmente suceda. ¿La disonancia cognitiva [el
conflicto entre creencias y acciones] es una explicación posible?
Puede haber algo de eso, aunque siempre uno encuentra vericuetos, contorsionismos
mentales para justificar sus decisiones, como "este es mejor que los que no pudieron solucionar
nada". O "no va a hacer lo que dice que va a hacer", en el caso de que una persona que cree
en los derechos humanos esté votando a alguien que propone cuestiones antiderechos.
Esa disonancia se resuelve con algún tipo de razonamiento motivado: razonamos hasta
convencernos de que nuestra decisión es la correcta.
¿Hay otros matices en este proceso?
Es bastante limitado el espectro de estos tercios; se juegan cuestiones sobre las que uno
puede reflexionar, pero también otras de tribalismo, de grupos de pertenencia, como el
antiperonismo o el antikirchnerismo. Me parece que el matiz está en que hay pocas opciones
para votar. Eso hace que sea aun mayor este esfuerzo para convencerse de que uno tomó la
mejor decisión.
Los niveles altos de estrés reducen la habilidad de recordar (e imagino que de
aprender). ¿Cómo podemos protegernos de eso?
La psicología y la neurociencia suelen estudiar un fenómeno que se conoce como
"resiliencia", la capacidad de amortiguar los efectos que produce el estrés sobre el cerebro
y el comportamiento. Tiene componentes genéticos, heredables, pero también de la historia
que uno tuvo en su vida. El ejercicio, la buena alimentación y la vida social activa producen
resiliencia: uno es más resistente a los efectos del estrés sobre el cerebro. De todas formas,
vivimos una epidemia de trastornos de ansiedad y depresión, así que es altamente probable
que haya un aumento de los efectos nocivos que produce el estrés sobre la salud mental.
En el libro Neurociencia para (nunca) cambiar de opinión sugerís que, para que el
diálogo sea posible, debemos estar abiertos a actualizar la información antes que a
fortalecer viejas ideas. ¿De qué manera podríamos hacerlo para avanzar hacia un
mejor estado de las cosas?
La mayoría de los estudios sobre cómo llegar a consenso involucran... escucharse, básicamente
(se ríe). Verse a la cara, poder escuchar al otro y encontrar las cosas en común, antes que
las que no compartimos, ayuda a establecer ese vínculo que permite actualizar información
de estereotipos o creencias que uno tiene sobre el otro, y reemplazarlas por creencias
nuevas. Por eso las redes sociales son complicadas. Es difícil generar una conexión previa,
donde establecer algo en común antes de encontrar las diferencias. El contacto presencial,
empezando por los acuerdos y no por los desacuerdos, podría favorecer esta idea de poder
escucharse y cambiar de opinión.