Carlos Moreno es investigador de la Sorbona y la cabeza detrás de la
"proximidad policéntrica feliz". Un concepto puesto en práctica en París por
su alcaldesa, Anne Hidalgo, que revolucionó la ciudad, escaló globalmente y
hoy todos conocemos como "Ciudad de los 15 minutos". Consiste en políticas
urbanas que buscan disminuir la emisión de carbono, regenerar la economía
local y recuperar el espacio público como lugar de interacción social, a partir
de evitar los grandes desplazamientos. Es decir, que los habitantes puedan
cubrir sus necesidades básicas y acceder a servicios esenciales en un radio
de proximidad que les permita hacerlo a pie o en bicicleta, sin perder tiempo
en el tráfico y mejorar así su calidad de vida y sentimiento de comunidad. Nos
dimos el gusto de conversar con Carlos Moreno para entender por dónde se
empieza a pensar el futuro de las ciudades, lo imperante de un cambio en la
forma que vivimos, y el paso a paso para hacerlo.
El futuro de las ciudades es un tema apasionante. Y con los tiempos que corren a veces
nos cuesta detenernos a pensar y sentimos que un poco nos excede como individuos.
Viniendo usted del ámbito de las matemáticas, ¿cómo es que llega y por qué a esta
propuesta de la ciudad de los 15 minutos que está dando la vuelta al mundo?
La propuesta de la Ciudad de los 15 minutos emerge de una reflexión sobre las amenazas
respecto a nuestros modos de vida. Mi reflexión, trabajando efectivamente desde el punto
de vista de la matemática, de las ciencias de la computación, y en lo que es la complejidad
de nuestros lugares urbanos, se enfoca en decir que para evitar el cambio climático no es
suficiente un acuerdo entre países porque son las ciudades las que producen más emisiones
de CO2 por nuestro transporte y edificios que se construyen monofuncionales, cada vez más
lejos.
Por consiguiente, la lucha por el clima significa cambiar nuestros modos de vida, nuestros
modos de trabajo, dejar de tener esas distancias tan largas que incitan a tomar el automóvil;
dejar de construir cada vez más lejos con una sola actividad, el trabajo, los corporate business
district, y más bien reorganizar nuestro modo de vida proponiendo el uso más intensivo de las
construcciones que existen para darle multiservicio, regenerar una movilidad bajo carbono
más saludable, a pie, en bicicleta, disminuyendo la huella de carbono pero accediendo a más
servicios de proximidad; mezclando el trabajo con lugares de diversión, reposo, cultura,
aprovisionamiento. Regenerar el comercio local. Regenerar el empleo local. Redinamizar los
circuitos cortos, las materias primas. Regenerar la proximidad.
Ese fue el camino que tomé entre 2010 cuando comencé esta investigación y 2016 cuando
lo publiqué por la primera vez después del Acuerdo de París, diciendo que las ciudades
tienen que ofrecer un modo de vida distinto si queremos hacerle frente al cambio climático.
Continuar con la regeneración de la economía. Disminuir la brecha económica y disminuir
la brecha social con una nueva conquista de nuestro espacio público, de nuevos caminos de
regeneración de empleo y una vida en la ciudad mucho más armoniosa y menos sometida a
las grandes distancias y a la pérdida del tiempo permanente.
Vaya desafío. Nuestros cerebros tienden a ser vagos. Cambiar un hábito es algo
dificilísimo, requiere muchísima energía. Y más cuando venimos de un historial de
muchos años en los que el aspiracional de éxito tenía que ver con el auto, la casa en los
suburbios. Entonces ¿qué rol juega la comunicación? ¿Cómo se construye una nueva
narrativa?
Exactamente, estamos en el corazón de la problemática que es efectivamente construir una
nueva narrativa tanto urbana como territorial. Cuando hablo de urbana me refiero a las
zonas de alta densidad y cuando hablo de territorial, de las zonas de media y baja densidad.
Y efectivamente la dificultad que tenemos a nivel planetario son las narrativas que se han
instalado. La narrativa que se instaló después de la Carta de Atenas de 1933, después de que
Le Corbusier dijo "la ciudad de éxito es la ciudad que va lejos y que va rápido"; después, la
narrativa por el lobby de los automóviles, que iba de la mano con el lobby del cemento para
construir autopistas dobles, triples, para construir los barrios de negocios alejados.
Se trata, después de 70 años, de una narrativa triunfante de ese modo de vida, muy masculina
además, porque los barrios de negocios son muy masculinos. La propiedad del auto es muy
masculina. Las mujeres incluso ni tenían derecho al voto, estaban para ocuparse en sus
casas de los hijos mientras que el marido trabajaba y por la noche llegaba cansado a que lo
reconfortaran. Entonces hay una narrativa que da lugar a todo un modo de vida que trasciende
simplemente la economía y que se instala como medio social a través de una comunicación
que enaltece la propiedad del auto, entre más grande, más importante soy, más conquistas
puedo tener. Luego les abre a las mujeres el camino a la propiedad del auto también. Buscan
introducir el business para que las mujeres tengan un auto más pequeño, más familiar, que
quepan los hijos, que los pueda llevar aquí, que los pueda llevar allá. Pero esa narrativa
siempre está encajada en un modo de vida de rapidez. Tenemos que levantarnos temprano.
"Al que madruga Dios lo ayuda", está en el corazón de esa narrativa. Aunque tengas que ir
lejos, lo importante es que tengas un salario que te paguen a fin de mes. Tú pierdes tu vida
para ganarla, pero es así porque por lo menos, puedes tener una familia que se beneficie de
tu salario. Y la comunicación juega un papel fundamental en considerar que ese modelo es el
único modelo viable. Que es el modelo que hace de nuestra vida una rutina y esa rutina es la
que es posible.
Ciudad de los 15 minutos. La ciudad de los 15 minutos se basa en configurar la ciudad en
múltiples centros, donde todo lo que necesitás está lo suficientemente cerca como para ir
caminando o en bicicleta. Tres conceptos clave: Crono-urbanismo: el ritmo de la ciudad sigue
a los humanos y no a los autos; Cronotopía: los metros cuadrados tienen múltiples usos.
Esto optimiza los edificios, reduciendo el exagerado consumo de CO2 en su construcción;
Topofilia: amar el lugar donde vivimos. Generando comunidades más unidas, personas más
felices y conectadas con su barrio.
¿Cuáles son los puntos de inflexión que para usted dan ese lugar a una nueva propuesta?
El cambio climático entra poniéndole una serie de puntos de interrogación a esa narrativa.
En el año 2000 cuando aparece internet, surgen otras maneras de acceder a la información
y al conocimiento. Internet permite tener información y comunicación multicanal. Aparecen
también los teléfonos móviles en 2005. Luego llegan las redes sociales que crean ese
multicanal en los cuales muchas voces distintas pueden expresarse. Y la crisis climática
comienza a resentirse de una manera muy fuerte a partir de 2010, hace quince años casi. La
Conferencia de París de 2015, a los ojos del mundo, muestra la gravedad de la situación del
cambio climático.
Yo diría que el momento cumbre de la nueva narrativa es cuando se instala el movimiento de
los jóvenes frente al cambio climático que expresa un deseo generacional de transformación,
encabezado por la icónica Greta Thunberg, que comienza su huelga de hambre en su colegio
y que se vuelve un movimiento mundial. Todos tenemos una Greta en la casa que dice a
sus padres "¡¿pero qué mundo nos están dejando?!". Las familias estallan, se divorcian, se
separan igualmente por una presión socioeconómica muy fuerte. Gente que trabaja, que ve
poco a su familia, en fin...
Hay una nueva narrativa que trata de instalarse después de 2015. Mi conceptualización
publicada en 2016 contribuye a esa nueva narrativa que es visible, que rompe el techo de
vidrio. Porque durante muchos años -siete décadas- estuvo el techo de vidrio de que las
largas distancias son necesarias, que el tiempo de esparcimiento no cuenta. "Toma un buen
libro mientras que estás en tus dos horas de transporte; escucha la música en tu auto durante
las dos horas en que estás atascado". Hay un techo de vidrio de estas ideas y ese techo de
vidrio comienza a fracturarse con la narrativa de los jóvenes por el clima y ya la grieta se
vuelve un hueco grande con el COVID en 2020.
El COVID estalla completamente las formas de vida y de trabajo...
Genera una manera de trabajar distinta, a distancia. Los jóvenes encuentran otra manera de
tener tiempo libre. Mucha gente conoce a sus vecinos. La importancia de los recursos locales
aparece. La importancia de la proximidad, de las zonas verdes. Y la mezcla de la narrativa
climática y de vivir diferentemente después del COVID cuando hubo tanto muerto, ofrece a
la narrativa de la Ciudad de los 15 minutos, una capacidad a ser comprendida muy fácilmente
en el mundo entero sin la barrera de la lengua porque los conceptos son realmente simples y
cada cual puede adaptarlo a sus propias condiciones. Entonces pienso que la comunicación
está en el corazón de la estructuración de la narrativa que hemos vivido siete décadas y luego
en su transformación cuando otra narrativa, por una sucesión de elementos, rompe el techo
de vidrio y aparece como posible. Ya no como una utopía sino como algo a lo que sí se puede
acceder y que ofrece una manera positiva frente a lo negativo que es el modo de vida de siete
décadas que finalmente nos está trayendo mucha dificultad.
Y que pone a la gente primero, ¿cierto?
Esta narrativa cambia el centro de gravedad de las preocupaciones. Durante siete décadas la
narrativa de la ciudad es infraestructuras. Cómo hago para que mi auto circule más rápido.
Cómo hago para que mi auto vaya más lejos. Cómo hago para que vean que mi auto es el más
bonito entre los vecinos y las vecinas. Dónde está la torre más alta de la ciudad para que yo
trabaje allí. Cómo tengo la posibilidad de mostrar que mi situación social es la mejor. Si vivo
en América Latina entonces que todo el mundo sepa que me voy de vacaciones a Miami,
a Orlando, a Disney, con mis hijos, y llego con las orejas de Mickey y con las camisetas de
Minnie. Entonces ahí el síndrome del Tío Rico se instala en la narrativa y cuando ofrecemos un
cambio estructural de narrativa diciendo: no, lo importante es la valorización de la dignidad
humana. Es un equilibrio entre ecología, economía e interacción social. Una sociedad que
ecológicamente tiene la huella de carbono menos pesada puede vivir mejor. Una economía que
es localmente productiva crea empleo y además puede ofrecer circuitos cortos que mejoren
la calidad de lo que se está comiendo y favorecen una vida más sana. Y una interacción social
que dignifique a la gente. Que la gente se encuentre en la calle, en el espacio público. Que las
mujeres accedan al espacio público en seguridad. Que los niños igualmente se beneficien de
un entorno en el que pueden soñar, en el que pueden imaginar un mundo distinto, acceder a
la educación. Que las personas más frágiles, personas de edad, no sean desahuciadas porque
ya no son productivas. Que la expresión del género pueda igualmente ser mucho más abierta
porque socialmente ya no estamos en el "papá + mamá + hijos" como la familia que hemos
heredado durante siglos sino que el afecto y el deseo pueden tener expresiones múltiples
que garanticen simplemente el respeto de cada cual.
Entonces esa narrativa ha tomado fuerza con la Ciudad de los 15 minutos porque encuentra un
espacio para la ecología, para la economía y para lo social que ya no se vuelven irreconciliables
o en oposición. Antes se decía: si luchas por la ecología tienes que luchar por una economía
decreciente. Si luchas por la economía por favor no te metas con la ecología porque va a
dañar tu negocio. Entonces estamos proponiendo una nueva vía en la que ecología, economía
e interacción social son complementarias para una ciudad más viable ecológicamente, más
viable económicamente y más inclusiva socialmente.
Y en busca de este nuevo master plan, ¿por dónde se empieza?
Se empieza por tomar conciencia de lo desequilibrada que está la manera de vivir. Es la primera
toma de conciencia que le proponemos y que les transmitimos a los gobernantes locales
cuando están en situación de responsabilidad. A cada función social necesaria para nuestra
calidad de vida le damos un color. Cómo estamos alojándonos. Cómo estamos trabajando.
Dónde hacemos nuestras compras y nuestros abastecimientos. Dónde tomamos cuidado
de nuestra salud, de nuestro bienestar. Dónde accedemos a la educación y a la cultura. Y
cuál es el esparcimiento al que tenemos acceso y en qué espacios públicos. Si a cada una de
sus funciones se le da un color y vamos a buscarlas dentro de la ciudad o el territorio muy
rápidamente vamos a observar que la ciudad tiene los colores desparramados, separados
en los distintos lugares, lo que significa que para pasar de un color al otro hay un tiempo de
viaje.
El segundo punto es identificar y tomar conciencia de quién vive en la ciudad y cómo está
viviendo.
Y el tercero, es decir para transformar esto, no es una cuestión de una varita mágica o el
polvito de oro: es un programa de transformación que puede tomar varios años, que busca
reequilibrar la ciudad. Rebalancear la ciudad. Y en el cual todo el mundo tiene que poner
de su parte. Vivir en una ciudad, en un barrio muy lindo pero sin poder salir de tu barrio
porque te da miedo que te atraquen, que te secuestren, que agredan a tus hijas, que la mujer
no pueda estar en el espacio público porque tiene temor, que si vas con tu auto te lo roban,
¿qué sentido tiene? Es mejor tener una ciudad más equilibrada porque la tensión baja y se
siente una mejor calidad de vida. Tomar conciencia de que la calidad de vida no está ligada a
la cantidad de dinero que tengas en tu cuenta bancaria sino a un reequilibrio de una ciudad
que ofrezca menos tensiones y, por lo tanto, mucha más capacidad de generar una vida más
armoniosa.
10 años de transformación. El video con el que la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, celebró
10 años de transformación de la ciudad en su cuenta de Instagram:" Las cifras están ahí: un
40 por ciento menos de tráfico y de contaminación, 550 km de carriles para bici adicionales,
155.000 árboles plantados, 700 parisinos y parisinas viven hoy en viviendas sociales, 5.420
guarderías y precio del comedor en 13 céntimos, sin cambios desde 2014. Y seguimos!"
<ver video>
Siempre todo cambio enfrenta obstáculos. ¿Cómo fue el caso de París? ¿Cómo pasó esa
teoría a la práctica y qué aprendieron de esta experiencia?
París es una ciudad que tiene un gran dinamismo por ser una ciudad pequeña, 2.2 millones
de habitantes, en una metrópolis grande de 7 millones de habitantes. Un faro mundial.
Beneficiada por más de un milenio de existencia y de guardar una historia muy presente. E
igualmente de tener un gobierno local desde hace, digamos, treinta años que se ha interesado
por humanizar la ciudad, por equilibrarla. Modernizarla frente a los desafíos más importantes;
y el primero de ellos es el cambio climático. Los gobiernos locales y los dos últimos, que
son los de Ana Hidalgo como alcaldesa de París, fueron decisivos. La suerte de tener como
alcaldesa primero a una mujer que analiza la ciudad con una perspectiva de género mucho
más abierta; que al mismo tiempo está totalmente convencida de que la amenaza climática
es la amenaza principal sobre nuestra calidad de vida. Que es consciente de la importancia
del aire, del agua. Y que considera que las desigualdades económicas lesionan seriamente
nuestra manera de vivir colectivamente y que busca que el espacio público sea un espacio
más de interacciones sociales que de lugares de tránsito en rutilantes autos, ofrece un espacio
para hacer transformaciones. Yo diría que el primer punto en París es un gobierno local que
está consciente y que echa para adelante una transformación pionera e indispensable.
Segundo, reunir una mayoría de ciudadanos que aprueba ese proyecto. Y eso es la democracia.
Eso es el resultado electoral. Que conduce a que la mayoría de ciudadanos le dé confianza,
renovándola en su calidad de alcaldesa.
Y tercero, que las transformaciones propuestas se concreten para cambiar las autopistas por
parques urbanos. Para ofrecer movilidad en bicicleta como un servicio de ciudad, bicicletas
mecánicas, eléctricas. Transformar el espacio público para caminar mucho más. Regenerar el
tejido urbano para mezclar las actividades, trabajo, educación, salud, esparcimiento, comercio
local. Regenerar el comercio local como un elemento importante del sector productivo dentro
de la ciudad. Y esto ofrece una perspectiva que, claro, viene a chocar con la manera tradicional
de vivir y que hace que los adictos al auto, por ejemplo, encuentren que la alcaldesa les está
menoscabando el derecho a su libertad de contaminar con un auto. Les está socavando su
libertad de atravesar la ciudad con un auto por donde quieran pasar porque ahora ya son
espacios públicos donde antes eran calles, por ejemplo.
La transición y adaptación llevan tiempo, ¿cómo se consolida un compromiso así?
Vivimos en un mundo de transición. El pensador y filósofo italiano Antonio Gramsci, cuando
se iba a producir la Segunda Guerra Mundial, escribió en Cartas desde la cárcel: "Estamos
frente a un mundo que se muere y que no quiere morir. Y frente a un mundo que nace y
aún no ha nacido. Y entre los dos aparecen los monstruos". Estamos en un mundo que se
muere, el mundo del auto, de las distancias, de la zonificación, de los barrios de negocios,
de la propiedad como clave para ser reconocido socialmente, y un nuevo mundo que va
emergiendo que es el mundo de la resiliencia climática, los espacios públicos, de menos CO2,
de más interacciones sociales, de más interacciones culturales, transformación del modelo
económico, de la productividad, disminución del peso del automóvil, más uso de servicios
que de propiedad. Entre los dos aparecen, en ese claroscuro, monstruos. Uno de ellos son
las fake news en un mundo de publicidad. Las fake news se convierten en el vector a través
de las redes sociales de las contraverdades, de las calumnias, de las alter verdades. La ley de
Brandolini dice que el tiempo para producir una mentira es cien veces menor que el tiempo
que se necesita para contrarrestarla. Entonces la ley de Brandolini se generaliza, cualquier
persona puede decir cualquier barrabasada, a través de las redes sociales se vuelve viral y
el tiempo para que se demuestre que es una bestialidad es tan largo que ha dejado que se
instalen ciertas falsedades en el espíritu de la gente. Y si la gente no está muy segura, si la
gente está muy débil, si la gente está muy frágil, entonces puede aceptar que una mentira
dicha mil veces se convierta en una verdad cuando aún dicha diez mil veces debería ser una
mentira.
En París eso ocurre también pero la alcaldesa logra justamente mantener un equilibrio con
respecto a lo que ofrece la ciudad como servicios y contrarresta la palabra pública de las
falsedades. En una ciudad que tiene 1.200 kilómetros de pistas protegidas para bicicletas, la
gente, y más aún la gente joven, masivamente toma esos lugares como medio de transporte,
entonces por más que le digan que eso es para hippies y gente de dinero, queda en evidencia
la falsedad porque cualquier persona toma una bicicleta y recorre la ciudad con ella. La gente
ve que tener un espacio público para que los niños puedan estar jugando tranquilamente
sin que los vehículos los atropellen es lo contrario a quitarles la libertad. Entonces en París
yo diría que este proyecto político urbano de calidad de vida tiene adhesión a pesar de los
esfuerzos de los escépticos que manejan las fake news y que quieren que la ley de Brandolini
esté a su servicio.
Amsterdam antes y después
Piazza Spoleto de Milán
Estuvo en Buenos Aires y en Rosario. ¿Qué vio?
Sí, conozco bien la Argentina porque he estado en Buenos Aires. He estado en Rosario. He
estado en La Plata. He estado en Santa Fe. Y he visto un país muy urbanizado, en un 90%. Un
país que tiene la mitad de sus habitantes en una sola ciudad que es Buenos Aires. Un país que
tiene diferentes provincias que funcionan diferente de Buenos Aires, ciudad. Incluyendo la
propia provincia de Buenos Aires. Un país que tiene universidades de calidad en diferentes
lugares.
Al mismo tiempo es un país buscando resistir a una serie de crisis económicas, sociales y
políticas. Un país cuya democracia es reciente pero con crisis que le crea mucha fragilidad
y que hace que la falsedad de los fakes pueda imponerse como una verdad que no lo es y
que desvirtúa la calidad del debate democrático. Es muy interesante lo que pasa porque
esa pérdida de identidad nacional se convierte en un aliciente para un desarrollo más
profundo de las identidades locales. Cuando se privatiza nacionalmente, cuando se cortan
los presupuestos a las universidades, cuando se le corta el presupuesto a la investigación,
cuando se quiere dolarizar o cuando se dice que ahora yo puedo pagar mi arriendo con carne,
bueno, estamos deshumanizando un país pero también deja una perspectiva a reconstruir el
país en sus fundamentos humanistas más profundos a partir de la proximidad, a partir de las
ciudades. Mi concepto de proximidad, de los 15 minutos, tal vez sea para los vecindarios, una
oportunidad para reconstruir una nueva identidad que se perdió nacionalmente a través de
un nuevo tejido social.
Devoto antes y después. Un ejemplo local: rediseño en el barrio de Devoto.
Profesor, de un tiempo a esta parte las empresas, las marcas, se volvieron más activistas
y tomaron posición en temas de agenda social. Espacios que por ahí el Estado no
ocupaba. Mi pregunta es la siguiente, ¿la política urbana es solo un tema de Estado o
hay algo que las compañías puedan hacer?
Es una muy buena pregunta y mi respuesta es tajante, no es una política únicamente de Estado
o aún más, no es solamente una política de gobierno local, sea provincial o de gobierno de
ciudad. Lo que llamamos "fábrica de la ciudad" es un tejido ecológico, económico y social. Y
en ningún momento se puede construir ciudad a espaldas del tejido económico.
En las ciudades hemos creado muchos muros. Muchos muros físicos y muchos muros virtuales.
Y el sector económico y el sector de gobierno muchas veces han estado o en un amor ilícito,
lo que ha hecho que se privaticen demasiadas cosas despojando al bien común de la manera
de beneficiar a todos los ciudadanos, o al contrario en parejas que no se quieren y se detestan
y se alejan produciendo un vacío, una ausencia. Entonces hay que regenerar esa manera de
vivir en la cual el tejido económico, el tejido social, el tejido ecológico, puedan encontrar esos
puntos en los cuales vamos a tender puentes que permiten darle al bien común una dimensión
pública y una dimensión privada. Elinor Ostrom, la primera mujer que ganó el premio Nobel
de Economía, en 2007, lo hizo por su teoría de gobernar con el bien común. Y ella decía que
el bien común son todos los recursos materiales o inmateriales, públicos o privados, que van
a beneficiar el interés general en una economía de mercado no especulativa.
El problema es cuando la empresa privada quiere imponer como conducta económica una
política especulativa financiera, que no crea empleo y sí crea grandes masas de dinero que no
benefician a la comunidad porque vamos a encontrarlas en paraísos fiscales. Mientras que
regenerar una economía productiva significa invertir en el país, significa crear empleo. Pero
el empleo no se puede crear si no hay formación. Si no hay educación. Si no hay conocimiento.
Y para eso hay que invertir en las universidades, en la educación, en los colegios, en las
escuelas. Para eso hay que tener un clima social que sea más sosegado; eso significa estar a
la escucha de la gente más frágil. De las mujeres. De la igualdad de género. Del respeto a las
diversidades. Y eso es lo que puede crear un clima de confianza que permita que la economía
prospere, aun una economía de mercado, y que las ganancias de unos no sean las pérdidas
de los otros. Hoy en día las ganancias de los unos son incluso el aniquilamiento de los otros.
Con la proximidad estamos regenerando un nuevo clima de confianza en el cual el que gana,
gana y el que no tiene tanto, gana también. Para que aún con esas desigualdades estemos en
la dirección del reequilibrio. La Ciudad de los 15 minutos lo que busca es en policentralidades
regenerar la confianza. Regenerar el espíritu económico, social y ecológico que converja en
esta idea de crear mucho más valor, de crear mucho más equilibrio, mucha más armonía, y una
mejor capacidad de vivir juntos a partir de ese nuevo tejido socioeconómico y socioecológico
indispensable.
(*) Carlos Moreno es Director científico de la cátedra ETI "Emprendimiento-Territorio-Innovación" (Universidad de Paris1 Panteón Sorbona, IAE Paris - Sorbona Business School,
Francia) & Profesor al IAA, International Academy of Architecture
Lecturas recomendadas
La revolución de la proximidad: De la "ciudad-mundo" a la "ciudad de los quince minutos",
Carlos Moreno (2023), Alianza editorial.
<ver>
The 15-minute city, Carlos Moreno (2024), Wiley.
<ver>
Un mundo de tres ceros, Muhammad Yunus (2018), Paidós.
Muerte y vida de las grandes ciudades, Jane Jacobs (1961)
Superilla Sant Antoni. El programa Supermanzanas da un paso adelante y se convierte
en Superilla Barcelona, el modelo de transformación de las calles de toda la ciudad, con el
propósito de recuperar para la ciudadanía una parte del espacio que actualmente ocupan
los vehículos privados. El objetivo es conseguir un espacio público saludable, con más verde,
más justo y seguro, que favorezca las relaciones sociales y la economía de proximidad.
Antioquía, Colombia. Piloto de Urbanismo Táctico Cra. 59.