Los 30 años de Reporte fueron el disparador ideal para charlar con Javier sobre su propio recorrido y el de Oruga Cine. Lo que nos dejaron estas tres décadas, el desafío que trae la IA y las ganas de contar historias.
Reporte cumple 30 años. ¿Vos qué andabas haciendo allá por el 94?
Creo que en ese momento estábamos trabajando con Pucho Mentasti y Agustín Marqués en
lo que era La Brea, una productora espectacular que fundó Pucho con Agus en su momento,
con una impronta creativa gigante, única, que marcó una tendencia muy fuerte de cara al
futuro. Éramos muy chiquitos todos. Surgían en ese momento o muy cerquita de esa época,
Ramiro y Carlos con su agencia. Y bueno, yo era como un espectador de lujo porque era
muy jovencito y muy protagonista también de ese momento tan marcacional para toda una
generación de la publicidad.
¿Cómo definirías esa época?
Mágica. Absolutamente mágica. Primero porque yo estaba en un momento personal de
descubrimiento profesional y haber sido testigo presencial de esos protagonistas, de ese
cambio histórico, me marcó para siempre. Yo había arrancado con Edi Flehner a finales de los
80, un revolucionario total en su momento. El 94 y todo ese momento era muy efervescente
y muy libre. Empezábamos a darnos cuenta de que teníamos como la posibilidad de
creativamente ser distintos, tomar protagonismo. La verdad es que fue una época alucinante,
muy linda que todavía queda viva en un montón de gente que está superactiva por suerte y
muy productiva, directores, agencias. Estos 30 años son casi, casi, mi vida profesional y me
siento un privilegiado en ese sentido de haber sido testigo de tanto talento argentino.
¿Por qué sos director?
Me gusta mucho contar historias. Soy muy buen narrador. Me siento alguien que tiene una
sensibilidad para la narración fuerte y me gustan ese tipo de películas, ese tipo de publicidad,
ese tipo de cine. Me gustan los personajes, me gustan las películas familiares. Me gustan las
películas que a través de un par de gestos o de situaciones te cuentan características de
un personaje. Me gustan las relaciones. Y bueno, eso me llevó a desde chico asociarme al
universo audiovisual. Edi Flehner me abrió la puerta a su estudio y ahí consagré ese amor
por el cine.
Oruga también está celebrando un aniversario importante.
Oruga cumplió 25 el año pasado, sí. Es un momento espectacular. Espectacular porque
básicamente nos sostenemos en este lugar en una Argentina muy complicada. Estos treinta
años parecen como muchas Argentinas distintas y distintos momentos, y uno se sigue
sosteniendo, con una relación con clientes y con agencias muy buena, de muchos años de
confianza y de muchos años de crecimiento, además. Oruga fue una productora que empezó
siendo muy chiquita y sosteniendo ese espíritu, hoy es una productora que tiene oficinas en
México, asociaciones en América Latina, casi en todos lados. Tenemos una cartera de directores
espectaculares. Estamos en un muy buen momento en una Argentina muy compleja.
Hablábamos recién, durante los 90 de ese momento de aparición
de toda una fuerza creativa nueva y muy revolucionaria para
el momento donde tomábamos como el poder de las armas
para comunicar y para filmar nuestras ideas. Se termina de
consagrar en mi caso como director en 2000. De ahí en adelante,
empezamos a filmar campañas que fueron muy reconocidas a
nivel nacional e internacional también
Hablamos un poquito de los 90, vamos a los 2000 donde para mí se dio un fenómeno
entre que las agencias salieron con todo a exportar talento, jugar afuera y en paralelo
hubo un boom de productoras. Abrían productoras todo el tiempo. ¿Cómo lo viste vos?
Para mí la década de los 2000 para acá, desde el punto de vista profesional, fue muy
explosiva en lo personal, películas que me marcaron para siempre. Campañas que disfruté
muchísimo. Hablábamos recién, durante los 90 de ese momento de aparición de toda una
fuerza creativa nueva y muy revolucionaria para el momento donde tomábamos como el
poder de las armas para comunicar y para filmar nuestras ideas. Se termina de consagrar
en mi caso como director en 2000. De ahí en adelante, empezamos a filmar campañas que
fueron muy reconocidas a nivel nacional e internacional también. Me permitieron viajar
mucho. Y fue como una explosión como decís vos, de muchas productoras. Muchas quedaron
en el camino también porque, bueno, no es fácil en la Argentina tener una empresa. No es
fácil tener empleados y trabajar en la montaña rusa que es este país. Y por supuesto, por
razones obvias, hay productoras que pueden sostener estructuras y otras productoras que
no. Nosotros pudimos. Pudimos generar fuentes de trabajo. Pudimos ganar un lugar en el
mercado y los 2000 te diría que fueron un momento de mucho trabajo, de mucha actividad,
de mucho viaje. Lo aprovechamos mucho, filmamos cosas muy memorables para mí y para
mi carrera.
¿Cuáles te acordás? ¿Qué hitos o qué comerciales bisagra encontrás?
Para mí una bisagra muy importante en mi vida profesional fue la campaña de Knorr, "Sopa
de letras", que hice con Leandro Raposo en 2001, fue alucinante. Con Damián Kepel también
hicimos Pirelli que ganó un oro en Cannes y fue muy bisagra para mi carrera. Filmamos cosas
para Telecom que fueron divinas. Otras divertidísimas como una que hicimos con Martín
Mercado para Olé...
En 2010 es el auge de las plataformas. ¿Cómo impactó eso en la manera de trabajar de
la productora? ¿Cuál fue el desafío?
Fue un cambio paulatino, constante, y casi una pulseada que se viene dando. Todavía hoy
las productoras se están adaptando y, junto a los clientes, nos estamos poniendo de acuerdo
en darle dimensión a ese cambio que apareció en esa época y que ahora es absolutamente
fundamental. Cambia un poco el encare, ¿no? Es como muy parecido a lo que hacíamos pero
con otro tono, con algo mucho más liviano, mucho más inmediato. La mirada, una de las cosas
que me parece fundamental para eso es tener gente joven alrededor de la productora. Hay
mucha gente en la productora que está superactualizada. A mí me seduce mucho el universo
de las plataformas porque además no tenés alternativa, como la inteligencia artificial. Digo,
en un momento o te subís al tren o te quedás abajo.
Claro.
Una productora que hoy desatienda las redes sociales es una productora que está vieja y
ese es justamente el desafío nuestro hoy, poder proponerle al cliente soluciones para las
nuevas plataformas, alternativas de realización y estar arriba de ese universo porque si
no, no estaríamos respondiendo a una demanda que es permanente. Es un aprendizaje que
venimos teniendo y que ya lo tenemos bastante asumido. Hay cosas que son muy placenteras
y novedosas.
Me parece que se viene por ese lado una revolución importante
y tenemos que estar atentos todos los actores del mercado para
entender en qué condiciones, en qué términos, cómo poder
pensar las ideas a partir de eso también. O sea, me resulta muy
atractivo lo que va a pasar.
¿La están integrando ya? ¿La están explorando?
Sí, estamos explorándolo. En Oruga estamos haciendo workshops con los directores para
poder entender cómo vamos a integrar esa herramienta de trabajo sin asustar a nadie. Sin
creer que nos vamos a quedar sin trabajo todos en dos años. Ver cómo hacer para que eso sea
una herramienta de perfeccionamiento en nuestro trabajo porque va a ser algo inevitable,
me parece que no vamos a poder pararlo, no lo vamos a poder detener, entonces va a ser algo
con lo que vamos a tener que aprender a convivir y a mí. Me cuesta bastante pero me terminó
interesando mucho y estoy aprendiendo. Me parece que se viene por ese lado una revolución
importante y tenemos que estar atentos todos los actores del mercado para entender en qué
condiciones, en qué términos, cómo poder pensar las ideas a partir de eso también. O sea, me
resulta muy atractivo lo que va a pasar.
Y hablando de cosas que tuvimos que aprender, los 2020 arrancaron con una pandemia,
todos adentro, y no me cabe duda de que impactó derecho en la industria audiovisual.
La pandemia fue para la productora muy dura de atravesar, muy difícil. Pudimos empezar a
trabajar en algunos formatos como las demás productoras vía Zoom, ¿no? A filmar así cosas
más chiquitas y ver cómo integrar a los clientes. Lo supimos atravesar siendo muy solidarios
también con los equipos técnicos que habitualmente trabajaban en Oruga. Hicimos también
trabajos internos, los directores estábamos tan locos en nuestras casas, que en un momento
hicimos como pequeñas películas, cortos para compartir en redes. Fue un momento muy
difícil que cambió todo. Fue como una bisagra. Hoy es todo distinto.
Oruga es una productora que ama trabajar en la Argentina. Quiere
trabajar para la Argentina. Quiere que el mercado local crezca.
Quiere volver a tener un mercado que nos ponga en términos
creativos a la vanguardia porque hay gente, directores y creativos
y clientes arriesgados. Tenemos todo como para poder salir de
este momento y estoy seguro que va a pasar.
Recién hablabas de cómo habían crecido en estos años y me pregunto ¿se puede crecer
sin una pata afuera hoy en día?
Es muy difícil crecer sin una pata afuera. La Argentina está en un momento muy complejo
porque está carísimo trabajar y vivir en la Argentina. Si no tenés una pata afuera para poder
inyectar trabajo y movimiento a la productora local, se hace muy difícil para los directores
también porque el caudal de trabajo bajó. Este año hay menos trabajo. Hay menos actividad
económica, eso trae menos trabajo. Y la necesidad de salir a buscarlo afuera es real. Estamos
muy bien en México, con un crecimiento muy sostenido y con mucho movimiento, así que
estamos muy contentos. Igual Oruga es una productora que ama trabajar en la Argentina.
Quiere trabajar para la Argentina. Quiere que el mercado local crezca. Quiere volver a tener
un mercado que nos ponga en términos creativos a la vanguardia porque hay gente, directores
y creativos y clientes arriesgados. Tenemos todo como para poder salir de este momento y
estoy seguro que va a pasar.
¿Y La casa de al lado cómo funciona? ¿Es parte? ¿Es socia? ¿Es para otros proyectos?
La Casa de al lado es una productora que está manejada por un grupo de directores y de
productores de distintas facetas artísticas, hay fotógrafos, hay directores, hay solo directores
de actores, que les gusta trabajar únicamente con actores. Es como un colectivo de trabajo
que está encabezado por mi hijo, por Rafael Nir, al que nosotros lo acompañamos en el inicio
de su proceso. Como sentíamos que Oruga necesitaba alimentarse de ideas más jóvenes
empezamos a trabajar como en equipo y de repente sentimos que ese equipo ya quería
independizarse y volar. Así que es independiente absolutamente de Oruga. Pero estamos
al lado, porque es La casa de al lado. O sea, los acompañamos y los vemos crecer. Están
explotados de cosas y es muy gratificante. Desde lo personal, por supuesto, por mi hijo pero
más allá de mi hijo, hay un grupo de trabajo que es hermoso. Nosotros nos espejamos mucho,
los miramos y nos vemos un poco actualizados a través de la mirada de ellos. Y un poco
la experiencia nuestra a ellos también los nutre, así que más allá de que somos entidades
independientes nos acompañamos mucho.
Me gusta pensar a la productora como un espacio que genera
empleo para gente joven, para gente creativa, para gente talentosa
y que sea gente que pueda venir a cumplir sus sueños acá.
¿Y qué te tiene entusiasmado estos días?
¿Sabés lo que me gusta más de todo? Abrir la puerta de la productora todos los días y ver
mucha gente trabajando. Eso a mí me hace bien. Creo que es como la parte más gratificante
de mi trabajo. Me obsesiona y me atraviesa generar empleo, generar ideas y ver la productora
llena de gente. Me pasa hace treinta años, y con la misma intensidad que al principio. Por
ahí con otra experiencia a nivel personal, con una visión más amplia del negocio. Me gusta
pensar a la productora como un espacio que genera empleo para gente joven, para gente
creativa, para gente talentosa y que sea gente que pueda venir a cumplir sus sueños acá.