Cuando se pierde el norte, cuando hay que avanzar pero no se sabe
hacia dónde; cuando hay que resolver, sin importar cuándo ni cuánto,
ahí aparece el talento local para marcar un horizonte con velocidad y
flexibilidad, define el CEO de Don. Con él, conversamos sobre el regreso
de las grandes historias, la estrategia por encima de la táctica, y cómo
romper con la dictadura del algoritmo.
El espíritu de la edición es revisar y pensar para adelante. Revisar desde la historia
propia y desde la industria que vos viviste. ¿Dónde estabas y qué estabas haciendo en
el 94?
No recuerdo si estaba en La Casona de Ratto o empezaba a trabajar en el estudio de diseño.
Creo que estaba en esa transición. Fue el Mundial en el que estaba Diego, ¿no?
Sí.
Entonces estaba en Ratto. Vi ese partido con Joaquín Mollá. Espectacular. Estaba pasando de
La Casona al edificio de Quintana.
¿Qué recordás de esas épocas distintas a las de hoy?
Era una época fantástica para las ideas. El momento de la Argentina, macroeconómicamente
no era brillante, pero estaba bien. No me quiero acordar de la presidencia de Menem... pero
estaba bien, no estaba tan mal. Después se puso peor. Era un momento de ideas, de romper,
de salir. Había como un cambio de paradigma total. La época de la disrupción. Era muy lindo.
Y veías que muchas agencias metían ideas. Tenías un aire tremendo. "La llama que llama".
Nosotros ganamos en Cannes con Bayer para un matacucarachas.
¡Puertas!
¡Puertas! Mirá como te acordás. No sé si era uno o era el mercado, pero era "el" momento. La
oportunidad. Y estaba bueno. Si bien éramos compañeros y competíamos. Éramos buenos
colegas en general. Había buen laburo. Todos estaban haciendo algo. En todas las agencias
había algo. Desde los Del Campo, los Verdino, los Agulla. Pasaban cosas en todos lados. Había
una revolución. Ese era el espíritu. Porque no había una evolución, que es más programada,
más organizada. Esto te llevaba puesto. Te pasaba por arriba. Y si entendías ese momento, te
subías al caballo y ¡dale! No sé quién fue el primero, pero me acuerdo de que había charlas,
casi como un pacto general de decir: "Es momento de romper".
La creatividad era el centro de referencia. Eras como parte
de la pantalla. No tenías que pedir permiso. Lo tenías.
Es más, creo que en muchos casos era tomado como que
nutrías la pantalla.
Era un boom de la creatividad y de defensa de la creatividad frente a los anunciantes,
¿no? ¿Ves un cambio de paradigma a cómo está instalada la publicidad hoy?
Había otra lógica. De creatividad, entretenimiento. La creatividad era el centro de referencia.
Eras como parte de la pantalla. No tenías que pedir permiso. Lo tenías. Es más, creo que en
muchos casos era tomado como que nutrías la pantalla. Me acuerdo de charlas en Telefe, yo
era parte del equipo. Gustavo Yankelevich decía que la tanda era parte del entretenimiento,
y que estaba bueno lo que estaba pasando. En lugar de que la gente se fuera, la retenía.
Gustavo decía: "Que haya mejor publicidad es mejor negocio para mí, porque no se me va la
gente del canal". Desde los medios había un push para eso. Desde las marcas, las agencias,
había un ecosistema. Un círculo de interés muy interesante.
Nosotros somos una industria que venimos de contar
historias, de llamar la atención. No tenemos problema de
poco segundaje. Con seis segundos achicamos la ventana.
No es que nosotros estamos en un burnout.
Nosotros -marketing, comunicación de las marcas- nos
planteamos algo que atomiza las ventanas y que achica el
tiempo.
¿Cómo lo ves en relación a hoy? ¿Qué cambió de aquel círculo virtuoso? Más allá de la
disrupción de medios que hubo.
Vengo de una charla que se dio en un festival en el que fui jurado. Estábamos con Dieguito
Medvedocky y en un momento me hicieron una pregunta muy parecida a esta, aunque no
tan profunda... Alguien dijo: "No estoy viendo mucha creatividad. No estoy viendo grandes
ideas. No sé qué pasa. Parecería como que están en un burnout". Y yo quise hacer una
aclaración, no tanto dar una respuesta. Entonces le hablé en perspectiva. Le mencioné un
libro que se llama Poder y progreso, de Daron Acemoglu, uno de los candidatos a ganar el
premio Nobel de Economía. Habla de que toda disrupción tecnológica e industrial fue peor
para el hombre. Y lo analiza, por ejemplo, desde la lógica de la Revolución industrial en la
época textil de Inglaterra, donde pasaron de una jornada laboral de seis horas a una de diez
o doce, se había duplicado. Y desde las máquinas se hacía un ruido que aturdía a la gente. Y
eso fue peor, porque la gente ganaba dinero, trabajaba más horas, pero había muchos casos
de insalubridad.
Recorriendo muchos ejemplos de estos en la historia, parecería que esta es
la primera vez, frente a la inteligencia artificial, que tenemos la posibilidad de rebelarnos.
Y que eso sea para bien, no para mal. Entonces le dije: "La verdad es que estamos en un
momento donde, entre todos, sin darnos cuenta, achicamos la ventana. Porque yo te hablo
de economía de la atención. Y te hablo del ratio de atención de TikTok... que estoy en seis
segundos y a la baja...". Nosotros somos una industria que venimos de contar historias, de
llamar la atención. No tenemos problema de poco segundaje. Con seis segundos achicamos
la ventana. No es que nosotros estamos en un burnout.
Nosotros -marketing, comunicación
de las marcas- nos planteamos algo que atomiza las ventanas y que achica el tiempo.
Entonces, tenemos una baja calidad de atención. Nosotros fuimos a ese lugar. Porque le
atomizamos la atención a la gente y le bajamos el ratio de tiempo. Bajamos la calidad de
atención. Nos deterioramos a nosotros mismos en ese rol. Y hoy es por cantidad de impactos.
Pero volvemos a tener la oportunidad. Muchos clientes que me están diciendo: "Rompamos
eso. Vamos a una idea. Rompamos esta lógica". Ya están cansadas las plataformas, de querer
meter toda una máquina en un embudo. Lo estoy escuchando: "Rompamos esa inercia". A
mí me gusta, que soy un Gen x, y como a toda esa generación, romper. Somos rompedores.
El hito de nuestra generación fue el Muro de Berlín. Entonces, rompamos el Muro de Berlín.
Me parece interesante el planteo porque, de alguna manera, es contracultural decir:
"Nos metemos al formato largo". Volver a hacer contenido profundo, llamar la atención
desde otro lugar. Hoy tu agencia está en el aire con una campaña de mucho perfil. Con
celebrities, historia y un montón de contenidos. Una publicidad que hacía mucho no
veíamos.
Eso primero tiene que ver -estamos hablando de Santander- con que de alguna manera
me comentaban: "¿Pero por qué tarjeta de crédito? ¿Por qué no digital?". Yo les contestaba:
"Porque es un momento, como 2003 -porque Argentina es cíclica- en que la posibilidad
de la gente de consumir estaba en un puente que era el crédito, la tarjeta de crédito. Porque
hoy accedo a algo y lo pago el mes que viene. O mejor aun. Hoy accedo a algo y lo pago en
12 cuotas". Y la gente está necesitando eso. Porque hay una realidad. Entonces, volvés a una
situación y a un formato. Cuando veo ese formato y ese tiempo, la relevancia pasa por otro
lado. Y no es una posición denigrante que accedas al crédito. Esa gente, que es una celebridad
que admirás, hace lo mismo. Entonces te tengo que poner en ese lugar: "Che, nos pasa a
todos lo mismo". Y tiene que ver con esto. Porque en esa época, una campaña brillante, de
esas que te producen admiración, fue la de Telecom, "Todavía somos gente". La del tren, que
le devuelven la plata a la señora. Fue en 2001.
Piel de gallina. Recuerdo muy bien ese comercial.
Cuando estábamos con el equipo pensando esto, me acuerdo de que era pleno verano, y
estábamos analizando esa época. Y yo les digo: "Volvamos a contar algo". Por supuesto
que lo tengo que poner en perspectiva de entretenimiento, de coyuntura y cotidianidad.
Pero debemos tener algo de ese momento. Traerlo de vuelta, porque estamos viviendo lo
cíclico que tenemos como país. De alguna manera, la lógica es la de estar diciendo: "Pará. Si
reconvertimos el ratio, ¿cuántas veces tenés que poner este spot para que la gente hable de
esta campaña?".
Ahora, cuando no tenés algo para contar, andá a
performance. Te entiendo, pero me da pena. No tenés
algo para decir que sea relevante. Te fuiste a lo táctico. Y a
veces es necesario. Ahora, no es un contacto de calidad
Una de las charlas de Cannes que estuvimos escuchando muy atentamente este año fue
sobre el costo de lo aburrido. Cuesta dinero no hacer comunicación que interese, que
interpele, que te produzca algo. Y al mismo tiempo, perdidos en las métricas, buscando
la eficiencia a cualquier costo, nos olvidamos del verdadero trabajo que tenemos que
hacer. De algún modo, la publicidad pega la vuelta y tiene que volver a las fuentes.
Sí, eso es una verdad. Porque tenés que ir al lugar de la eficacia. Siempre tenés que ser eficaz.
Ahora, cuando no tenés algo para contar, andá a performance. Te entiendo, pero me da pena.
No tenés algo para decir que sea relevante. Te fuiste a lo táctico. Y a veces es necesario.
Ahora, no es un contacto de calidad.
Nos desilusionamos en otros contextos, y a las marcas les pedimos cada vez más.
¿Notaste que del lado de la marca que se está haciendo más consciente lo que la gente
espera de ellas?
Te puedo asegurar que las marcas ya hacen un esfuerzo muy grande por eso. A mí me parece
que, a veces, lo que se les exige es casi injusto. Se les pide demasiado. A mí me parece que una
marca tiene que ser responsable con la sustentabilidad, con los recursos, con la sociedad en
la que vive. Con el contexto. Tiene que ser responsable con la diversidad. Tiene un rol en la
sociedad. Porque, de alguna manera, es una organización donde la gente se proyecta. Pero
no le podemos pedir más que eso. Si no, estamos muy cerca del activismo político frente al
desarrollo económico.
Me parece que las marcas hacen un esfuerzo. Y a veces, las veo estresadas. Entonces, les
daría un poquito de aire, les diría: "Che, lo están haciendo bien. Gracias. Oriéntense en esto
que está bueno".
Nada es para siempre. Todo tiene un ciclo. Pero dentro de
eso, está en nosotros dar ese rol. Explicar ese valor. Creo
que nos es útil a todos. Y me parece que muchas veces,
por miedo, la industria no se está deteniendo a explicar
eso.
En la relación agencia-cliente, hablabas de Ratto... Había relaciones que eran por
décadas. Hoy eso obviamente se perdió, por un montón de motivos. ¿Cómo ves eso
hoy, comparado con lo que era? ¿Qué se aprendió en el camino? ¿Qué falta?
Hay un mix de cosas. Siempre la intencionalidad está en "¿qué te doy para que sigamos? ¿Cómo
alimento la relación?". En definitiva, lo que vos ponés es lo que construye para adelante. Y es
rol de uno generar eso. No está en el otro. Cuando el otro construye con vos, está buenísimo.
Es muy beneficioso. La otra vez hablaba con una marca y le digo: "Vos ponete a pensar en el
ahorro de tener que contarle todo este barullo estratégico y productivo a otro... es un ahorro
enorme". Esta charla se dio en una renovación que ya estaba consolidada. Y el tipo lo entendió,
y me dijo: "Sí, totalmente. Te digo la verdad, hoy no estamos midiendo eso, pero el impacto
que tiene en nuestro tiempo es increíble". Y el grado de error que tenés. Obviamente, hay que
entender el principio de "impermanencia". Nada es para siempre. Todo tiene un ciclo. Pero
dentro de eso, está en nosotros dar ese rol. Explicar ese valor. Creo que nos es útil a todos.
Y me parece que muchas veces, por miedo, la industria no se está deteniendo a explicar eso.
También hay ciertas partes del mercado que necesitan esa rotación porque, si no, hay gente
que se queda afuera. Imaginate si todas las agencias empezaran a retener al 100 % sus
clientes. No existirían nuevas agencias y no entraría ese círculo de renovación. Creo que hay
una parte que está bien que lo haga y otras que no. Hay industrias que no se pueden permitir
eso. Sabés que me encanta ir al fútbol... es como cambiar de técnico todos los domingos. Es
una locura. Hay equipos que sí, y hay equipos que necesitan tener al tipo tres años. Y bueno,
como le pasa a River, lo terminan echando a Demichelis con tres campeonatos y con un 65
% de efectividad. Algún club se da ese lujo. También se da el lujo de traer a Gallardo. Pero le
tenés que dar tiempo al técnico.
Fijate que no hace tanto tiempo que nos sentamos a la
mesa de un board. Más allá de que hemos tenido que
estudiar, de que tenemos que ser relevantes e inteligentes
con lo que vamos a decir y de cómo vamos a llenar ese
espacio. También tiene mucho que ver con un recorrido
que se vino haciendo. Hay que ser agradecido para atrás.
Nuestra industria ganó relevancia con los años. Hoy la publicidad se sienta en un
board. Ustedes tienen llegada a lugares donde antes no tenían. ¿Coincidís?
Ahí hay que ser muy agradecido y mirarlo desde otra perspectiva. Te lo cuento de otra manera,
desde donde vengo: cuando llegué, David (Ratto) decía: "Che, las batallas que tuvimos que
dar para que los creativos nos sentáramos con clientes...". Como que eso no lo entendía. Yo
llegué a sentarme con clientes ya desde chico. Me llegué a sentar con Yankelevich. Y jamás
me dijo: "Vos callate". No se me ocurría abrir la boca porque estaba volando muy alto. Pero
¡lo que aprendía! Después lo entendí. Uno de mis primeros premios. Creo que fue un premio
Clarín. Me dijeron: "Los directores de arte no suben a recibir los premios". "¿Cómo que no?".
Fue una lucha. Y en esa misma discusión, que terminamos perdiendo, el objetivo también
era sentarse a la mesa con el cliente a presentar. Fijate que no hace tanto tiempo que nos
sentamos a la mesa de un board. Más allá de que hemos tenido que estudiar, de que tenemos
que ser relevantes e inteligentes con lo que vamos a decir y de cómo vamos a llenar ese
espacio. También tiene mucho que ver con un recorrido que se vino haciendo. Hay que ser
agradecido para atrás. Ya arrancás con un lugar ganado. Está en vos sostenerlo.
El mundo se argentinizó. Aunque a muchos les cueste,
se argentinizó. Y si hay algo en lo que somos campeones,
es en entender cuando se argentinizan las cosas. Que
es cuando se arma bolonqui. Cuando se pierde el norte,
cuando hay que avanzar pero no se sabe hacia dónde.
Cuando hay que resolver, no importa cuándo ni cuánto.
Cuando tienen que suceder las cosas, y parecería ser que
las condiciones no están, pero se ordenan de atrás para
adelante. Se ordena aportando claridad. Aportando un
norte, con velocidad y flexibilidad.
Siempre se dice, Papón, que laburar en la Argentina es como hacer un MBA. ¿Aprendimos
a trabajar en la incertidumbre? ¿Nos acostumbramos?
Nos acostumbramos, pero también dejamos de renegar y, me parece, que lo empezamos a
tomar como una virtud. Porque el mundo también se puso un poco inconsistente. El mundo
se argentinizó. Aunque a muchos les cueste, se argentinizó. Y si hay algo en lo que somos
campeones, es en entender cuando se argentinizan las cosas. Que es cuando se arma bolonqui.
Cuando se pierde el norte, cuando hay que avanzar pero no se sabe hacia dónde. Cuando hay
que resolver, no importa cuándo ni cuánto. Cuando tienen que suceder las cosas, y parecería
ser que las condiciones no están, pero se ordenan de atrás para adelante. Se ordena aportando
claridad. Aportando un norte, con velocidad y flexibilidad. Aparece la gambeta. En el mundo
de lo ordenado, lo proyectado y lo sostenible, cuando empiezan a aparecer las disrupciones
-que cada vez son más a nivel sociedad, a nivel macroeconómico- de alguna manera se
argentiniza todo. Hoy empezamos a poner en valor todo eso, a decir "gracias" antes de decir
"¡qué padecimiento!", "gracias que pudimos estar formados en esto". Y podemos llevarnos
bien, o mejor que el resto, con eso.
Te llevo a marca argentina, a lo que significó para nuestro país, primero el talento
yéndose de manera individual, con argentinos liderando agencias internacionales.
Y ahora, con agencias argentinas poniendo pies en otros mercados. ¿En qué estadio
estamos en esta migración?
Hay dos ejemplos que son, para mí, excelentes. Porque son excelentes colegas y excelentes
profesionales. Gastón con GUT, y Serkin y Grau con Isla, son dos casos excepcionales. No es
una casualidad. Más allá de que su talento y su capacidad son indiscutidos y, para mí, un caso
de estudio global. Es creíble, es posible y lo hicieron. Ahora, estos dos tipos, más allá de su
recorrido, son formados en un periodo de su carrera en Del Campo. Y me acuerdo de que Del
Campo fue el primer tipo en abrir una agencia fuera de la Argentina. Como Fernando (Vega
Olmos), que también fue a trabajar afuera. Como muchos. Pero él, si no me equivoco, fue el
primero en transformar su operación en el Del campo global. El tipo conquistó algo. Y vos
fijate que esas dos personas que yo menciono se formaron con él. Entonces, nada es casual.
Está bien entender de dónde venimos y el rol que tenemos respecto a nuestros maestros.
Siempre me escuchaste hablar desde el rol del Círculo. De las cosas que tenemos que dejar
instaladas como hechos.
¿Y los Mollá con La Comu? ¿Cómo se te ocurre, flaco de la Argentina, irse a una agencia a
los Estados Unidos? Desarrollás lo que desarrollás y encima te compran por la operación
que hiciste en Estados Unidos. Es de locos. Por eso digo, el mundo se argentiniza, hay una
oportunidad. También hay que ser osado. Tenés que apostar.
Eso no te es ajeno. ¿En qué momento estás de Don?
En ese desarrollo, estamos muy tranquilos en nuestro plan de tener dos hubs, que uno
sea Buenos Aires y otro sea México porque son dos tierras que nos reciben muy bien y
nos llevamos muy bien. Con un talento muy particular. En la Argentina, con clientes muy
importantes. Muy sólidos. Y donde siento que se nota ese recorrido de quince años de la
agencia. Se nota en el mecanismo. Me siento muy orgulloso del equipo y el funcionamiento
que tiene la agencia. Aunque, la verdad, estoy todo el día corrigiendo cosas. Te digo esto pero
a la vez estoy agradecido. En México, donde estamos evolucionando en función del equipo.
Un equipo 100 % mexicano, con un nuevo presidente, Georgie De Barba, que viene del área
de planning. Y ya trabajando desde México para el Caribe, por ejemplo. Esto empieza a tener
una inercia y una metodología clara de trabajo. Se empieza a trabajar como región. Y eso me
parece superimportante. Después de nuestro tercer año consolidado en México, estoy muy
contento y conforme. Es un laburo que no afloja.
Me siento muy orgulloso del equipo y el funcionamiento
que tiene la agencia. Aunque, la verdad, estoy todo el
día corrigiendo cosas. Te digo esto pero a la vez estoy
agradecido.
De las nuevas herramientas, de la inteligencia artificial, de los nuevos formatos: el
streaming, canvas enormes para trabajar. ¿Qué te entusiasma? ¿Qué te preocupa?
Estoy estudiándolo mucho, simplemente para entenderlo y para entender como fenómeno
dónde nos deja esto. Hacia dónde vamos. Se trata de una atomización de medios, y en realidad
son personas. Lo preestablecido respecto a la relevancia de determinadas figuras es muy
fugaz. Algo muy explosivo en marcos de audiencias no tan grandes. O sea, una atomización
no tan grande. Cuando hablamos de que "este canal de streaming la está rompiendo", yo
pregunto ¿qué audiencia tiene? Estamos diciendo que es muy grande, pero en realidad no
lo es. Pero bueno, genera mucha conversación y hay una distribución de este contenido por
diversas plataformas, que es lo que lo hace relevante. Hoy tenés la posibilidad, con poco
presupuesto, de hackear esa estructura de performer, subirte a esa distribución y generar
atención. De alguna manera, cuando uno lo analiza, en general son vuelos medios, mediosbajos. Entonces cuando metés algo con sustancia y rigurosidad, sobresale. Está bueno en ese
sentido.
Sobre IA, es una herramienta que ya recontra usamos. Creo que hay más espuma que realidad.
Ahora, el poder editorial es todo. Vos que tenés un medio, que comunicás, no solamente
generás sino que también hacés que otros generen. Pero vos editás. Y es una industria donde
cada vez se va a generar más contenido. El poder de la edición siempre va a estar. El poder
de la inteligencia emocional, de la inteligencia racional. Va a gobernar y va a editar. Creo que
cada vez va a ser más y va a ser increíble, pero eso no remplaza el talento, remplaza otras
cosas que ya venimos acostumbrados a que se remplacen. Yo empecé pasando letras a mano.
Entonces, ¿de qué me quieren hablar? Ya lo vi esto. No había Mac cuando arranqué, no había
iPhone. ¿Qué te sorprende? A mí, me entusiasma. Es una nueva ola que, si la surfeás, te deja
re lejos. Nosotros venimos de cazar con flechas. Obvio que me das un láser y ¡olvídate! Dame
que lo sé usar. Porque la canción que cantan todos, el gol que gritamos todos, el libro que
comentamos todos, la peli que miramos y nos emociona. La serie que estamos esperando que
salga ese nuevo capítulo; sale del lugar que siempre salió. Cuando te conmueve, te conmueve.
Si se corta la luz y te leo un libro de noche a la luz de la luna, eso es maravilloso. Y eso va a
seguir pasando. Porque somos eso. No nos va a cambiar.