opinión

IA vs. Hollywood
La nueva batalla por el futuro del cine


IA vs. Hollywood<br/>La nueva batalla por el futuro del cine

Por Horacio Marmurek
Periodista de cultura y espectáculos


Del conflicto sindical en Hollywood al avance tecnológico en China, de la disputa por los derechos de autor al auge de los modelos generativos, desafíos, riesgos y promesas que plantea la inteligencia artificial en el futuro del cine.
Se podría dar por terminada la guerra de las plataformas para dar por comenzada la batalla por la IA, la inteligencia artificial. Un desarrollo que concentró en los últimos dos años más atención y dinero que cualquier otra novedad tecnológica en los últimos diez años. Para los estudios de cine, las plataformas de streaming, productores y otros integrantes del ecosistema audiovisual, las nubes oscuras que se podían ver a la salida de la pandemia en el horizonte han dado paso a una tormenta de la que aún no se tiene magnitud.
Cuando ocurrió la última huelga de guionistas, era por la aparición de autores digitales. Los actores se sumaron porque creían, con razón, que sus cuerpos escaneados podían fácilmente ser utilizados sin su consentimiento y sin necesidad de sueldos. Una vez saldada esa protesta, aparecieron los ingenieros de sonido, los creadores de efectos especiales, hombres y mujeres menos conocidos y más repartidos en el mundo, que se dieron cuenta de que sus profesiones podían ser reemplazadas por un software y una máquina poderosa.
Los Oscar tuvieron su momento de disputa con la IA cuando Adrien Brody mejoró su acento húngaro mediante el uso de la tecnología y terminó ganando la estatuilla al mejor actor. Un debate que quedó abierto, ya que se habla de ayuda al actor y no de reemplazo de habilidades. El director y la producción dijeron que fue una herramienta de postproducción que permitió ahorrar tiempo y dinero. Que a veces son lo mismo.
Las herramientas de IA son la discusión del momento. Mientras Google, OpenAI y otras empresas de software siguen entregando nuevos programas generadores de más y mejores imágenes, los creadores se siguen poniendo más y más nerviosos. Hay dos aristas desde donde empezar a leer el fenómeno y el debate. Por un lado, está cómo se alimentan y cómo aprenden estas inteligencias artificiales generativas. Cuánto copyright se está rompiendo en la carrera por llegar primero a no necesitar nunca más a un humano para crear algo.
China está invirtiendo mucho dinero en talento pero también en tecnología para deslumbrar al mundo, como lo hizo a principios de este año con un modelo generativo de menor costo energético y mayor capacidad de procesamiento que sus pares occidentales. DeepSeek y MiniMax pueden no ser de nuestro uso cotidiano, pero sí son empresas conocidas en el mundo de las valoraciones de fondos de inversión y objeto de debate y preocupaciones en Silicon Valley.
Frente a esa amenaza, Occidente reacciona de una manera muy poco capitalista, sin que nadie se ofenda por esa apreciación. Trump firmó en enero una orden ejecutiva comprometiéndose a eliminar "control gubernamental innecesario" de la IA y a fomentar el "dominio global de la IA de Estados Unidos". La Casa Blanca invitó, entonces, a las compañías y partes interesadas a presentar sugerencias. Google y OpenAI dijeron que se les debe permitir entrenar sus modelos de IA con la mayor variedad posible de contenidos protegidos por derechos de autor, y advirtieron que, de lo contrario, los países rivales podrían obtener una ventaja peligrosa. Si los desarrolladores chinos "tienen acceso irrestricto a las informaciones, y las compañías estadounidenses no tienen acceso justo, la carrera por la IA está acabada", escribió OpenAI, destacando el rápido progreso de China con modelos como DeepSeek.
Una carta abierta firmada por más de 400 directores y productores de Hollywood fue la respuesta.
Algo parecido ocurrió con los músicos en Inglaterra, que incluso sacaron un disco sin música para demostrar qué puede pasar si quienes generan las canciones dejan de estar protegidos por las leyes en favor de una nueva carrera armamentística, esta vez digital. Todo este debate no estaría cerca de ser zanjado y fue iniciado aún antes de que se conozcan las nuevas herramientas digitales que hoy tenemos. Veo3 de Google, Gen-4 de Runway, Sora de OpenAI y Luma son sólo algunos de los productos de vídeo generativos en el centro del movimiento que tienen una calidad abstracta. ¿Qué pueden hacer estas cosas y qué nos harán hacer?
El objetivo parece claro: que una máquina cree (con el más mínimo empujón de los usuarios) el tipo de cine que durante más de un siglo se hizo gracias a que un grupo de personas se reunía en un espacio físico para construirlo.
Varias productoras ya están avanzando en acuerdos con empresas subsidiarias para desarrollar proyectos, películas, series, etc., que apliquen estas "herramientas", mientras les podamos decir así. Hay nombres que nos pueden sonar más cercanos en la región, como es el caso de Fábula de Pablo Larraín, o de importancia como AMC Networks.
IA vs. Hollywood - La nueva batalla por el futuro del cine

A medida que las herramientas empiezan a estar disponibles, los intentos se multiplican. Puede ser Brody hablando en húngaro. O Carrie Fisher o Peter Cushing, ambos fallecidos pero "resucitados" digitalmente en las pantallas para colaborar con la saga de Star Wars. Harrison Ford hizo de él mismo más joven en la última Indiana Jones y hasta un purista como Martin Scorsese se animó a lo digital en El Irlandés para mostrar a un De Niro mientras pasa el tiempo.
Lo que tienen en común todos esos ejemplos es que se nota que ahí hay algo artificial. Que no es natural ese rostro, pero que, como hay algo más grande que esos efectos, el espectador se deja llevar. ¿Pero qué pasa cuando ese plus, esa narración, ya no esté? Si el guion lo hace una IA porque alguien le "prompteó" el argumento, le indicó qué actores quería, qué estilo de película o serie debía ser y a qué público tenía que estar dirigida. ¿Dónde está el humano en esa narración?
En muchas oportunidades, la historia del arte se benefició de los avances tecnológicos. Nadie puede dudar que una miniserie como "Adolescencia" hubiese sido mucho más difícil de realizar sin drones y cámaras digitales. Aún hoy hay quienes se maravillan con Kubrick y algunas resoluciones tecnológicas de 2001. Ni decirlo de proezas artesanales como Aguirre, la ira de Dios o Fitzcarraldo, de Herzog. Imaginemos que todo eso hoy puede hacerse con muchos menos recursos, menos traslados y menos dinero. Incluso se puede llegar a la idea de que menos ejecutivos apostarían a hacerlas.
A fines de 2024, la embajada alemana trajo algunas empresas PYMES del sector audiovisual al país a ofrecer sus servicios. Entre ellas estaba una que hacía storyboards. Por $250 dólares por mes, uno podía hacer la preproducción audiovisual en poco tiempo y por muchísimo menos dinero que contratando a un dibujante y a un diseñador. Lo que también aclaraban era que la IA no iba a inventar nada, todo iba a ser "al estilo de". Una vez más, el tema del copyright sobre la mesa.
No importa cuántas películas, series, cortos, materiales audiovisuales existentes le demos a la IA, aún requiere de humanos para crear algo. No necesariamente nuevo, no original. Sin dudas, la IA va a cambiar el hecho colectivo de creación de productos audiovisuales existentes. En junio, Disney y Universal presentaron una demanda por infracción de derechos de autor contra la empresa de generación de imágenes Midjourney. Acusan a la empresa de ser un "pozo sin fondo de plagio", y están tratando de evitar que la startup, y sus competidores mucho más grandes y mejor financiados, sigan alimentando su modelo con todas las películas que han hecho. "Si un suscriptor de Midjourney envía un simple mensaje de texto solicitando una imagen del personaje Darth Vader en un entorno particular o haciendo una acción particular, Midjourney cumple generando y mostrando una imagen descargable de alta calidad con el personaje Darth Vader, con derechos de autor de Disney", dice la demanda.
Recordemos el fenómeno viral de generar fotos "al estilo" del estudio Ghibli. En ese caso se produjo una doble infracción de copyright en redes: con las imágenes usadas y con las generadas. Los ejecutivos de los estudios se sientan en una extraña línea de falla de la insurgencia de la IA, emocionados por el dinero de producción que pueden ahorrar en un clima cada vez más frío para su producto, pero aterrorizados de que los consumidores puedan buscar ahorrar su propio dinero y simplemente hacer el producto ellos mismos. Los que trabajan con esta tecnología ven la IA como una bendición para el trabajo humano. "Cuando la pantalla verde entró en la industria, destruyó 1.500 puestos de trabajo, pero creó cientos de miles más porque ahora tenías todas estas películas a gran escala que nunca se podrían haber hecho antes", dice Patterson, el director de Asteria, un estudio de cine y animación generativa que presentó hace poco su propio desarrollo. "Miro la IA generativa de la misma manera. Es una oportunidad para que los artistas vengan y construyan", argumenta. En este punto, estamos a principios de un camino que puede resultar en un gran salto de calidad del cine mundial, o en el paso atrás más grande dado por esta industria.

Anuncian en la edición #162