arte

Cada año el gran año de Liliana Porter
"Hacer arte, para mí, es como la felicidad máxima"


Por Paula Zacarías
Prensa Liliana Porter

Cada año, desde hace tiempo, los reportajes a Liliana Porter podrían titularse "el gran año de Liliana Porter". La artista argentina radicada en Nueva York tiene una actividad incansable y una creatividad efervescente a los 83 años. Nunca pierde le humor ni la profundidad, dos cosas que logra ofrecer en su obra a la misma vez. Y Junto con Ana Tiscornia, su compañera en el arte y en la vida, encaran montajes minuciosos, donde las obras se realizan in situ, muchas veces. Jornadas de todo el día, durante varios días. En este viaje a Buenos Aires, no lo hacen una sino tres veces. Coinciden tres exposiciones grandes en los principales museos de la ciudad: el Museo Nacional de Bellas Artes, Malba y Muntref, en el marco de Bienalsur.

"Soy de las que creen en la felicidad, en el sentido de la felicidad no como una cosa light, sino como el mayor desafío que tenemos. Es un desafío el llegar a ser feliz. Cada día habría que proponerse eso. Lo que más me interesa siempre es que uno puede estar haciendo una obra que en el fondo es triste o toma temas tristes, pero la felicidad de hacerla es simultánea. Estas dos cosas contradictorias suceden al mismo tiempo. Y son las dos caras de la vida. Hacer arte, para mí, es como la felicidad máxima", dice.

Primero inauguró Porter-Camnitzer. Los años del New York Graphic Workshop, en el Museo Nacional de Bellas Artes. La exposición repasa una etapa clave en las trayectorias de Liliana Porter y el artista uruguayo Luis Camnitzer. Con la curaduría de Silvia Dolinko, la muestra es realizada en colaboración con el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) de Chile, a donde se exhibirá luego. Muy jovencita, apenas veinte años, Liliana y su marido de entonces, junto con el venezolano José Guillermo Castillo, crearon el New York Graphic Workshop (NYGW), un espacio donde experimentaron las posibilidades del grabado, de los múltiples, y de presentar obras en un circuito alternativo. "Fueron muy vanguardistas en los años sesenta con estas propuestas", señala Andrés Duprat, director del museo.

El grabado es una de las artes más conservadoras, que se enseña con una técnica muy estricta. "Éramos jóvenes transgresores y queríamos cambiar todo el concepto del grabado. Queríamos ampliar el concepto del grabado, pasarlo a situaciones de ambientaciones, exposiciones por correo, obras desechables, al múltiple también", explica Porter. Buscaban hacer como eclosionar la disciplina desde adentro, porque habían estudiado muy bien todas las raíces. "El concepto más importante era el de la edición, entonces así llegábamos al múltiple. Por ejemplo, una botella de Coca-Cola es un grabado", señala.

Los visitantes encontrarán en planta baja algunas pistas que llevan a la muestra del primer piso. Por ejemplo, en El Beso de Rodin hay hojas abolladas, una característica de la obra de Liliana, que trabajó por años el concepto de la arruga... y, paradójicamente, ¡en su cara no hay ninguna!
La muestra incluye piezas gráficas e instalaciones del período 1964-1970: "Destaca las inquietudes de Porter y Camnitzer en torno a poéticas, políticas, recursos y sentidos de la imagen presentes en aquella producción juvenil y que, con notable coherencia, tienen continuidad en sus búsquedas creativas hasta la actualidad".

También hay un núcleo que desarrolla su participación en la exposición Experiencias 69, presentada en el Instituto Torcuato Di Tella de Buenos Aires, y un apartado para sus contemporáneos: estampas producidas en el NYGW por colegas como Jorge de la Vega, Marta Minujín, Luis Felipe Noé, Marcelo Bonevardi y Margarita Galetar (madre de Porter), además de fotografías, afiches, publicaciones y otras piezas gráficas que documentan el espíritu experimental surgido en este espacio.
Cada año el gran año de Liliana Porter

En Malba, la muestra Travesía se abre al universo de situaciones que Porter crea con personajes encontrados en mercados de pulgas. Una figurita de mujer teje una telaraña que atraviesa toda la sala, un hombrecito barre varios metros de polvillo azul, una señora diminuta riega las flores de platos de porcelana hechos añicos, un hombrecito de tres centímetros de altura pinta de azul toda una pared. A partir de los años 90 Porter comenzó a plasmar relatos, primero en pinturas y más tarde en instalaciones y videos. A modo de reparto, aparecen en sus obras para hablar de la memoria, la política, el trabajo y las relaciones humanas... en fin, de la vida misma.
"Siempre hay una distancia entre el personaje, que es muy chiquito, y lo que hace, que lo supera. Entonces, hay una actitud esperanzadora, pensando que igual va a lograr el objetivo a pesar de las dificultades", explica la artista.

La muestra se expande en un pasillo que tiene dispuestos una serie de soldaditos de juguetes cuyas armas dejan rastros de fuego en la pared. También interactúa con la arquitectura en el ingreso, que es una gran arruga "participativa": hay un block de papeles pegados en la pared disponible para que el visitante arranque una hoja, la abolle y la tire al piso, donde irá creciendo la montaña de papeles. También crece en el espacio-tiempo, con representaciones teatrales espontáneas, que surgirán como pop-ups durante el transcurso de la exposición
Cada año el gran año de Liliana Porter
Porter-Camnitzer. Los años del New York Graphic Workshop

Cada año el gran año de Liliana Porter
Porter-Camnitzer. Los años del New York Graphic Workshop

Cada año el gran año de Liliana Porter
Porter-Camnitzer. Los años del New York Graphic Workshop

Cada año el gran año de Liliana Porter
Porter-Camnitzer. Los años del New York Graphic Workshop

Cada año el gran año de Liliana Porter
Porter-Camnitzer. Los años del New York Graphic Workshop

Porter es una gran contadora de historias. "Son historias inconclusas que uno las termina con lo que trae adentro. Porque uno puede reírse, puede llorar, puede esperanzarse con el trabajo forzado. Son más que historias que empiezan y terminan, sino que disparan la narrativa que el espectador completa de acuerdo con sus necesidades o su manera de ver las cosas, que lo puede ver positivo, lo puede ver negativo", dice Porter.
Suceden también escenas en fotos: Ernesto "Che" Guevara, George Washington, John F. Kennedy, Eva Perón, Mao Tse-tung y Napoleón comparten una inusual reunión en una foto. "La exposición propone revisar la relación de Porter con la gráfica como una dimensión expandida que la condujo a explorar lo performativo. Esa potencialidad enriqueció su mirada de lo escénico, concretada tanto en sus producciones en video de los 2000 como en sus realizaciones teatrales. Por eso esta retrospectiva también incluye piezas escénicas, que formarán parte de un programa específico a desarrollarse en la sala de exhibición -escribe el curador de la muestra, Agustín Pérez Rubio-. Esta muestra intenta acercar al público tanto las diversas etapas de la trayectoria de la artista como las profundas capas de significado que sus obras plantean. Busca poner en foco la riqueza de su trabajo, amparado en una mirada crítica y en una desenfadada contemporaneidad, que se vale del humor y también de la empatía".
Cada año el gran año de Liliana Porter
Wrinkle Environment Installation I (1969-2024)
Papel offset arrugado en la pared
Museo Casa de la Moneda, Madrid, España
Foto: Jaime Elechiguerra

Cada año el gran año de Liliana Porter
Sin título (triángulo) (1973)
Gelatina de plata
20,3 x 20,3 cm

Por viajes está marcada su vida. Nació en Buenos Aires, y vivió entre los 16 y los 19 en México. A los 23, se instaló en Estados Unidos, donde aún vive. "Debido a la experiencia de vivir físicamente en una zona horaria, pero mentalmente, en otra, Porter llegó a reconocer el tiempo como una estructura mental, basada en la percepción individual. Así, dos tiempos distintos pueden coexistir dentro del mismo espacio cognitivo, una experiencia que sirve para cuestionar la sustancia lineal del tiempo. Porter ha buscado continuamente articular la comprensión de tales reflexiones en su obra. Sus estrategias han incluido la demostración de coexistencia de temporalidades múltiples en una sola imagen; además de la aparente disrupción de una determinada secuencia temporal", escribe Tobías Ostrander.

Tic tac, suena un reloj de madera en la sala. El tiempo es el gran tema que atraviesa su obra. En la obra The Line / La Línea, producida en 1973, su mano se enreda en un hilo que salta décadas y se ata en otro extremo con la misma mano a través fotografiada en el tiempo. Su cara aparece en una misma foto con dos edades diferentes. Lo explica mejor la crítica Graciela Speranza: "Mareado con el vértigo de los saltos, el que mira acaba por desistir en su empeño de desenredar la maraña del tiempo y se entrega a la pura deriva por el paisaje de ruinas; en el fárrago, a fin de cuentas, asoma un calendario roto, y en el centro, una parva de relojes que ya no funcionan. Una vaga melancolía tiñe el conjunto a la distancia, pero si uno se acerca y se deja tentar por los detalles, un pato con el pelo erizado da risa y un jardinero que no aventaja en estatura al hombre con el hacha da una lección de templanza y estoicismo. En medio del desastre, absorto en su tarea ridícula, riega las plantas que todavía florecen en los pedazos de loza rota".
Borges es una referencia recurrente. Uno de los videos que se reproducen en la sala, Actualidades (2016), cita el poema Mutaciones del genial escritor: "Cuando no hay en la tierra una sola cosa que el olvido no borre o que la memoria no altere y cuando nadie sabe en qué imágenes lo traducirá el porvenir".

La anarquista es la protagonista de la tercera de estas exposiciones simultáneas de Liliana Porter en la ciudad. Está realizada en el contexto de Tiscornia, como una instalación realizada de manera colaborativa. Integra la muestra Let's Play / Juguemos en el mundo, que tomó los espacios del edificio del Hotel de Inmigrantes con obras como Implosión, la sala inmersiva de Marta Minujín, o el metegol diseñado por el italiano Michelangelo Pistoletto. Llamadas a jugar, juegan su juego.
Cada año el gran año de Liliana Porter
Memorabilia (2016)
Fuji-flex c
67,94 x 101,6


Mini bio

Liliana Porter nació el 06/10/1941. Premio Konex Mención Especial 2022. Premio Konex de Platino 2002. Premio Konex 2012 y 1992. Estudió en la ENBA, Buenos Aires y en la Universidad Iberoamericana en México. Maestra Nacional de Bellas Artes (1963). Se trasladó a Nueva York, donde obtuvo dos becas de la Fundación Guggenheim y de la New York Foundation for the Arts. Cofundadora con Luis Camnitzer (PK) y José Guillermo Castillo del New York Graphic Workshop. Profesora del Estudio de Grabado en Lucca (Italia) y de Arte en la Universidad de Nueva York (Queens College). Entre sus exposiciones individuales: Seleccion de Obras: 1968 - 1990, Museo Nacional de Artes Plásticas, Montevideo y Fundación San Telmo; Fragments of the journey, Bronx Museum of the Arts, Nueva York; Liliana Porter: fotografía y ficción, CC Recoleta; Línea de tiempo, Museo Rufino Tamayo, México. Entre las colectivas se destacan: Drama queens: Women behind the camera, Guggenheim Museum, Nueva York; Animations, PS1 MOMA, Nueva York y 3º Bienal Iberoamericana de Lima, entre otras. Reconocimientos: Primer Premio Arte Argentino 78, MNBA; Grand Prix, Bienal Internacional de Grabado, Cracovia (Polonia) y Psc-Cuny Research Award, Nueva York.



Agenda

-Travesía. Hasta el 13 de octubre en Malba (Av. Figueroa Alcorta 3415).
-Porter-Camnitzer. Los años del New York Graphic Workshop. Hasta el 31 de agosto en el Museo Nacional de Bellas Artes (Av. Del Libertador 1473).
-Let's Play / Juguemos en el mundo. Hasta diciembre en Bienalsur en Centro de Arte Contemporáneo Sede Hotel de Inmigrantes (Avenida Antártida Argentina 1355)

Anuncian en la edición #162