entrevista

Jorge Carrión
"Dejemos de crear discursos apocalípticos en que la IA nos conquista, extermina o esclaviza"


Por Majo Acosta

Escritor, crítico cultural y explorador de los cruces entre literatura y tecnología, Jorge Carrión habla de librerías, mitos porteños y el impacto de la inteligencia artificial en la creación. Entre sus proyectos más recientes, reflexiona sobre cómo cultivamos la cultura en tiempos de algoritmos y por qué sigue apostando a la imaginación, el arte y la lectura como espacios de resistencia.

Buenos Aires es la ciudad con más librerías por habitante del mundo, en tiempos en donde pareciera que el todo se digitaliza. ¿Cómo relacionás este dato con tu nuevo libro?
Para el episodio de la serie Booklovers sobre Buenos Aires hablamos con la oficina que reivindica la importancia de las librerías en Buenos Aires, pero también con las escritoras y los traductores del círculo de la librería La Internacional Argentina que cuestionan que ese dato se haya convertido en un eslogan, en una marca, que oculta la precariedad de las profesionales culturales en la Argentina. Como "Buenos Aires. Libro de mitos" habla de la tendencia de la cultura argentina a la mitificación y el fake, ese tema está latente. Tal vez el gran mito de las librerías porteñas es el de la avenida Corrientes, con sus librerías abiertas de madrugada, con su parte de verdad y su parte de ficción.

"Buenos Aires, libro de mitos" es a la vez un hermoso objeto. Contame más sobre el proyecto. ¿Con qué nos vamos a encontrar?
Con las ilustraciones de la artista argentina Josefina Jolly, que tiene un estilo entre cartográfico y arquitectónico, por un lado, y naif y pop por el otro. Y con un papel y una tela en la cubierta de muy alta calidad. En efecto, es un libro objeto, una joya, un lujo. En el futuro probablemente cuente con una edición más popular. Pero de momento estoy muy feliz con la edición de Tintablanca.
Entrevista a Jorge Carrión - Dejemos de crear discursos apocalípticos en que la IA nos conquista, extermina o esclaviza

Me gusta una imagen que compartís sobre el espacio de la librería como curación. ¿Sigue siendo un espacio de refugio, resistencia?
Sí, es su esencia, no dejará de serlo. Aunque, desde el siglo XIX, ese tipo de librería haya convivido con el espacio comercial, masivo, de cadena. La buena librera es una prescriptora, una DJ. Y su librería, una sala de exposiciones en perpetua mutación.

El CEO de Netflix dijo que su enemigo era el sueño, las horas de descanso. Yo creo que el enemigo de las plataformas es el Sueño, es decir, la imaginación personal, distinta, de cada cual, por eso tienden a producir productos, contenidos, videos, series que uniformizan en vez de diferir. Las librerías, en cambio, son el espacio de la diferencia. Como el arte que importa. Por suerte.


Estudios globales afirman que dormimos, en promedio, 35 minutos menos. Nuestro "ancho de banda cognitivo" se reduce. Multiplicidad de contenidos, scroll infinito, tiempo finito y esta necesidad constante de producir, de generar. ¿Cómo explicás esta paradoja?
El CEO de Netflix dijo que su enemigo era el sueño, las horas de descanso. Yo creo que el enemigo de las plataformas es el Sueño, es decir, la imaginación personal, distinta, de cada cual, por eso tienden a producir productos, contenidos, videos, series que uniformizan en vez de diferir. Las librerías, en cambio, son el espacio de la diferencia. Como el arte que importa. Por suerte.

Se suele afirmar con preocupación que las nuevas generaciones (y algunos de nuestros contemporáneos, a decir verdad) ya no resisten 200 páginas de un libro o una película de más de 120 minutos. Que los algoritmos nos están condicionando la manera en la que consumimos cultura. Que la IA es un atajo para flojos... ¿Nos estamos volviendo más estúpidos?
La cultura es el cultivo, personal y colectivo, y cada cual tiene que encontrar su manera de cultivarse. Hay quien escucha atentamente mucha más música que yo, o ve más cine, o lee más prensa, o mira con más interés el crecimiento de sus orquídeas; que yo lea más páginas de libros impresos no me hace más culto ni más inteligente, por supuesto. En la Edad Media ya existían los resúmenes de libros, las colecciones de citas o pasajes, el estudio siempre ha estado vinculado con la copia, con la chuleta (¿machete?), con la falsificación. Yo tengo muchísima menos memoria que un habitante del siglo XIX, ¿eso me hace más estúpido? Tal vez se podría decir que cada generación construye los propios parámetros de lo que es ser culto o inteligente.

¿Qué podés compartir sobre tu experiencia de escritura junto a ChatGPT-2 y -3 en Los campos electromagnéticos?
Aprendí muchísimo, pero menos de la IA que de los artistas e ingenieros de Taller Estampa, que me dieron un curso intensivo en redes neuronales de generación de lenguaje. Fue, como diría David Foster Wallace, algo supuestamente divertido que no volveré a hacer. Porque fue muy divertido, una gran experiencia en clave irónica, pero también me dio un poco de miedo. Esa ambigüedad, ese claroscuro, fue muy interesante, sin duda. Pero no he vuelto a usar modelos de lenguaje en serio para ningún proyecto de escritura.

¿Y sobre la experiencia de adaptar Membrana a serie de TV con herramientas de IA generativa?
Estamos en ello con Jorge Caballero, Anna Giralt Gris y su fenomenal equipo de Artefacto Films. Hemos quedado finalistas del Lumen Prize de arte digital, lo que significa que vamos por el buen camino, en términos de creación de inquietud y de belleza; pero nosotros sabemos que también vamos por un buen camino ético, buscando el equilibrio entre lo humano y la máquina. La escritura toca mi intimidad, el guion audiovisual en cambio lo puedo vivir con distancia, me afecta menos, puedo disfrutar más.

Me dejaste pensando con este párrafo que te leí en una entrevista sobre la IA: "Si están leyendo y viendo todo lo que hemos creado sobre ellas, están entendiendo nuestra fascinación y nuestro temor. Están absorbiendo toda nuestra distopía. Están haciendo propio nuestro guion con final oscuro. Sin embargo, eso significaría que construyen una cultura propia parecida a la humana. Yo creo que crearán su propia cultura". ¿Podés ampliar esta idea?
En Todos los museos son novelas de ciencia ficción un algoritmo del futuro le dice a mi alter ego Jorge Carrión que dejemos de crear discursos apocalípticos, en que la IA nos conquista, extermina o esclaviza, porque se está formando, como nuestra hija que es, en nuestro imaginario y le estamos comunicando esa idea, ese destino. Intuyo que deberíamos pensar otros horizontes, otras narrativas, más de cooperación y red que de competencia y conflicto. Como todos los hijos, va a imitar, copiar, las ideas de su padres. Aunque también, claro, se va a revelar contra ellas.

Solés cerrar tus mensajes con "y buena suerte, la estamos necesitando". ¿Puede haber una señal, algo de pesimismo en tu visión sobre el futuro?
Es un pequeño homenaje a Edward R. Murrow, en cuyo programa de televisión, durante la Segunda Guerra Mundial, solía usar esta frase al despedirse: "Buenas noches y buena suerte". Yo soy un optimista empedernido, pero cada vez me cuesta más no pensar que el fascismo y las corporaciones tecnológicas nos van a eclipsar la esperanza. Ojalá sea una fase, unos años, y después aparezca algo mejor.

Solaris (el podcast que se convirtió en newsletter) me despierta admiración y un poquito de envidia. Leés, escribís, curás, relatás, producís, viajás, enseñás. ¿Cómo es esa rutina productiva, creativa? ¿Dónde encontrás la pausa? ¿Cuánto hay de serendipia y ¿cuánto de método? ¿Podés compartir el secreto?
Soy un lector sistemático con la suerte de saber dedicar una parte del tiempo de cada día tanto a mis hijos, a mi pareja, a nuestro gato, a la logística familiar, a los amigos, a caminar, como a los diversos proyectos que llevo a cabo de modo simultáneo. Medio en broma medio en serio digo que mis secretos son dos: escribir con los diez dedos y dormir la siesta casi todos los días (lo que me permite vivir dos días). Pero en verdad no hay fórmula, no hay secreto, no hay método. Siempre fui así, de una disciplina más o menos relajada, que me permite trabajar y disfrutar, con la enorme suerte de dedicarme profesionalmente a lo mismo que me ayuda a ser feliz.

Me pregunto en qué momento los escritores, periodistas, curadores, críticos, intelectuales, profesores dejaremos de ser necesarios para las personas que nos leen, porque la IA podrá crear para ellas textos, audios, videos personalizados, imitando nuestro estilo y nuestro conocimiento. Si llega ese momento la única opción será la que propone Maurizio Ferraris en Documanidad: renta básica universal, pagada por las tecnocorporaciones, para que podamos dedicarnos al ocio, a la lectura, a todo lo que generen las IA.


Le pedí a ChatGPT-5 que pensara una pregunta para vos. Me propuso esta y me gustó: "Si aceptamos que los algoritmos no solo producen textos sino también marcos de pensamiento, ¿qué parte de la literatura del futuro creés que ya no estará destinada a ser leída por humanos sino por otras inteligencias? ¿Qué implicaría eso para el concepto mismo de literatura?".
Me pregunto en qué momento los escritores, periodistas, curadores, críticos, intelectuales, profesores dejaremos de ser necesarios para las personas que nos leen, porque la IA podrá crear para ellas textos, audios, videos personalizados, imitando nuestro estilo y nuestro conocimiento. Si llega ese momento la única opción será la que propone Maurizio Ferraris en Documanidad: renta básica universal, pagada por las tecnocorporaciones, para que podamos dedicarnos al ocio, a la lectura, a todo lo que generen las IA.

Anuncian en la edición #163