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A streamear que
se acaba el mundo


Por: Pablo Corso

Una cena de despedida en Barcelona evidenció la potencia de un fenómeno imparable: el ascenso de streamers como Ibai y Coscu, potenciados por la transición a las pantallas de los cracks Messi y Agüero. ¿Quiénes son los gamers que lograron un lugar en la mesa de la nueva estrella del PSG? ¿Qué cartas juega Twitch en la batalla digital de 2021? Un vistazo a lo nuevo y a lo reciclado de la plataforma que se planta frente a los medios tradicionales, los sabios de la tribu que aún conservan un par de ases.

Lionel Messi no estaba particularmente entusiasmado la noche del 7 de agosto. Apenas unas horas después, en la mañana de un domingo caluroso, afrontaría una de las tareas que más lo fastidian en la vida: enfrentar a las cámaras. Esta vez no sería una entrevista ni un compromiso comercial. Estaba a punto de abrirse al mundo para certificar, entre lágrimas incontenibles, el final de una era. A fuerza de actuaciones que habían oscilado entre lo increíble y lo inverosímil, había vaciado al periodismo de adjetivos durante los últimos veintiún años.
Pero todavía era sábado, y el rosarino también tenía motivos para el festejo. Además de los 35 millones de euros anuales de su nuevo contrato con el Paris Saint-Germain, estaba a punto de hacer un experimento social en su casa de Castelldefels, el municipio catalán donde había levantado un culto a la privacidad. Junto a ex compañeros como Jordi Alba y Sergio Busquets, a la mesa de esa exclusivísima última cena se sentarían Sergio Agüero e Ibai Llanos. También Martín Pérez Disalvo, a quien esa noche el anfitrión le confesó que seguía muchas batallas de freestyle y que el rapero Wos le parecía "un toro".
El Kun no necesitaba presentación. Amigo personal de Leo, era el puente entre dos mundos. No solo juega bien al fútbol; la cuarentena también lo convirtió en un exitoso streamer, gracias a un carisma y un don de palabra que lo encumbran como un Landriscina de la Generación Z. Ibai -vasco, de 26 años- y Martín - platense, de 30- llevaban años haciendo lo mismo que el ex-Independiente, pero sus antecedentes eran desconocidos para la mayoría de los usuarios de medios convencionales. No por mucho tiempo más; los streamers más influyentes de habla hispana habían alineado sus planetas con dos cracks globales. Era imposible seguir negando el fenómeno.
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La construcción de un streamer
Para Pérez Disalvo, mejor conocido como Coscu, todo empezó en una "una piecita rancia" de la casa familiar, como reconstruye en el documental La construcción de un imperio. Martín era bueno en League of Legends (LoL), el popularísimo videojuego que simula un campo de batalla en línea. Tanto que, cuando entraba en los streams (transmisiones de partidas en vivo) de otros jugadores, los viewers de los anfitriones empezaban a subir exponencialmente. Fue una epifanía: debía explotar esa habilidad y agregarle algo más. Entonces empezó a transmitir por su cuenta: bailecitos cuando ganaba, piñas contra la silla cuando perdía, agradecimientos rapeados. Se había convertido en personaje, con dosis parecidas de pinta y carisma.
El feedback en el chat de Twitch era rápido y furioso. La plataforma para la transmisión y visualización de juegos en vivo, hoy propiedad de Amazon, se había impuesto como el canal ideal para prender la cámara, mostrarse y charlar, con uno mismo y con los que iban cayendo a la tertulia. Coscu lo entendió rápido. Si mantenía el foco en el disfrute de los seguidores, la monetización sería una consecuencia natural.
Su seguidor más intenso era Francisco Postiglione, un chico de la localidad platense de Tolosa que se levantaba a las cinco de la mañana para subirse a la bici y despegar chicles en un bingo, mientras soñaba con ser gamer profesional. Cuando volvía, también se ponía a streamear las partidas de Martín. El día que Coscu le respondió una story fue el más feliz de su vida. La admiración se transformó en amistad, y la amistad en un proyecto común. Después de moderar el chat de Martín, en 2016 se paró frente a la cámara e ingresó en los equipos competitivos Coscu Army y Coscu Army Esports. Había nacido Frankkaster (ver recuadro).
En una casa prestada levantaron La Adolfina, la primera streaming house de Latinoamérica. Vivían, entrenaban y competían con las cortinas negras siempre cerradas y calentándose con una fogata. Mostraban todo lo que hacían: videojuegos, sesiones de relajación en la pileta, partidos de ping-pong. Se buscaban una vida con transmisiones de doce horas diarias. Frankkaster llegaba a los 1.500 viewers; Coscu a los 4 mil. "Prendés la cámara y no podés caretear nada; sos como sos", dice Disalvo en uno de los primeros videos. Las emisiones extra large tenían otro motivo: las plataformas les pagan a sus streamers por cantidad de público. Cuanto más tiempo, más visitantes.
Con una confianza ilimitada y el foco en la profesionalización, la Coscu Army se convirtió en un equipo ganador; primero en la Argentina, después en los torneos regionales. Martín y Francisco fueron artífices de un proceso que los desbordó. La Adolfina se inundaba de visitas de fans adolescentes, a veces a las cinco de la mañana. Con el dinero de los premios que empezaban a llegar, la dupla se mudó a un country. El foco seguía estando en el entretenimiento y en darles a los fans lo que pedían: partidas épicas, comentarios punzantes, un vistazo a la vida soñada. A fines de 2019 Martín tenía 40 mil viewers y sus propios premios, los Coscu Army Awards, que en la edición siguiente superó los 400 mil espectadores. No lo necesitaba, pero TyC Sports cubría sus eventos.
Si tiene que adjudicarse algo, Coscu habla de su aporte al slang centennial, con vocablos de viralización masiva como "buenardo", "insta" y "nashe". Mundo de tiempo y curiosidad, el lector podrá indagar sobre sus significados. Y mientras empieza a transitar su cuarta década de vida, Martín se vuelve más reflexivo. La pérdida de intimidad y el estilo de vida hiperconectado empiezan a quemarle la cabeza. "¿Voy a tener 38 y seguir streameando?", se pregunta en el documental. Ya no se quiere comer el mundo. "Es un proceso que todos los streamers tienen que pasar: llegar a un punto y sentirse satisfechos".
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Del Tetris al Parque de los Príncipes
Ibai Llanos tenía una historia parecida para contar durante aquella cena en Castelldefels. Empezó como un preadolescente fanático del juego de acción en primera persona Call of Duty: Modern Warfare 2. Como era bueno y hacía comentarios divertidos, decenas de usuarios lo seguían en YouTube. Pero las cosas no estaban bien fuera de la habitación: su familia implosionó por la crisis de 2008, le iba mal en la escuela y tenía amigos tóxicos. "A mí me salvaron los videojuegos", reconoce en el ciclo de entrevistas Caja Negra. Fue gracias a una transición clave: dejar de comentar sus propias partidas para pasar a relatar encuentros de LoL.
Los espectadores subían tanto que llegaron las ofertas laborales. Con un estilo capaz de agregar emoción a cualquier cosa, Ibai empezó a comentar videos bizarros: carreras de bolitas, la final del Mundial de Tetris. Enseguida subió de nivel. En 2018 participó en transmisiones de partidos de la liga de fútbol español y en 2019 puso su voz al FIFA 20. Su popularidad se potenció con la pandemia, cuando estalló Twitch. La plataforma alcanzó las 17 mil millones de horas vistas, un incremento del 83% respecto a 2019. Entonces llegó un crossover decisivo. Cuando los futbolistas se volcaron hacia el streaming para mantener el contacto con sus seguidores, arrancaron las transmisiones conjuntas. Unos aportaron el canal y la expertise; otros, convocatoria y validación.
El estilo verborrágico de Ibai encontró un complemento perfecto en el magnetismo de estrellas como Piqué, Sergio Ramos, Neymar o Ronaldinho, con quienes combinó partidas de videojuegos con entrevistas relajadas. "¿Por qué los jugadores hablan con Ibai? Me pone nervioso", se sinceró en abril el periodista deportivo Gustavo López. "No nos dan bola el Kun Agüero ni Dybala, porque está de moda hablar con Ibai. Falta que Messi hable con Ibai ahora".
"En la época que conoció Gustavo López, una buena nota exponía el pensamiento del entrevistado y, si se trataba de un perfil, idealmente revelaba detalles de la intimidad que sirvieran para hacerse una idea más completa de la complejidad del personaje", plantea el periodista Lucas Garófalo en la revista Anfibia. "Hoy es perfectamente posible prescindir del periodismo para lograr ese objetivo. Los 20 minutos al aire que Gustavo López le puede ofrecer al Kun no tienen manera de competir con las tres horas durante las cuales Agüero prende la camarita en su propia casa, ni con el video filmado por él mismo desde adentro del vestuario, ni con el nivel de intimidad del que somos testigos cada vez que Ibai y el Kun y sus amigos juegan al Among Us".
La relación entre el vasco y el actual delantero del Barcelona se corporizó el 4 de agosto. Mientras el español compartía una transmisión junto a Coscu, Agüero irrumpió de la nada para abrazar a un Ibai shockeado por la visita. Cuando el Kun le contó que Messi era fanático de sus videos, solo faltó poner fecha para la cena. Después del encuentro cumbre, la parábola se completó el sábado 14 en París, cuando Ibai logró entrevistar a Leo durante su presentación en el Parque de los Príncipes. La charla en vivo convocó a más de 300 mil usuarios y al cierre de esta edición superaba las 2,8 millones de visualizaciones totales en Twitch.
Aunque las cifras impactan, Iván Schuliaquer -investigador de la UNSAM y el CONICET- recuerda que los medios tradicionales persisten como entornos de validación, en función de lo cual siguen actuando los actores de la vida pública. "Twitch es un nuevo lugar, pero ese lugar lo consagran también los establecidos. Su reputación de poder es lo que le da poder", tuiteó el 11 de agosto. La entrevista de Ibai a Messi supuso una validación de la figura del streamer, pero también habilitaba una dinámica de doble filo. "Los medios consagran a alguien que ya había construido reputación por fuera de los medios, y al mismo tiempo, usan su contenido para darle mucho más repercusión", advierte.
Bajo los estándares tradicionales, el español se había convertido en una estrella. En el juego del streaming, ya lo era hace rato. Las novedades de las semanas siguientes no hicieron más que confirmar ese estatus. El 29 de agosto Ibai transmitió, gratis y para todos sus seguidores, el debut de Messi en la liga francesa frente al Reims. "No solo llega al mano a mano como un periodista, también transmite el partido en vivo. No compite con Gustavo López, compite con ESPN", reflexionó Schuliaquer. Más que como periodista, el vasco se confirmaba como canal, agrega ahora.
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Kun Agüero Superstar
La historia del Kun Agüero era distinta. Había logrado trascender sus humildísimos orígenes en Los Eucaliptos, una villa de Quilmes, gracias a una habilidad indescifrable que lo llevó de Independiente al Atlético de Madrid, Manchester City y Barcelona. Si no hubiera sido por el propio Messi, tenía argumentos sólidos para postularse como el mejor futbolista argentino de su generación. Cuando llegó la pandemia, agregó otra faceta a su perfil de crack pícaro. Como el resto de los mortales, se aburría en el encierro. Y como muchos de ellos, mataba las horas con el FIFA y el LoL. Entonces encendió la cámara. Además de compartir sus partidas, empezó a mechar anécdotas: extensas y por momentos dispersas, pero siempre con el halo de magnetismo que se le adivina fuera la cancha.
Agüero sumaba un público nuevo, que lo trataba con familiaridad y se quedaba tantas horas frente a la pantalla como él quisiera. Con 3,3 millones de seguidores en Twitch, "es el primer y único caso de una estrella global -deportiva y más allá- nacida antes de los 90 [tiene 33 años] que logra transicionar con éxito hacia una plataforma del siglo XXI, y ni siquiera tuvo que dejar de lado su carrera para conseguirlo", plantea Garófalo, que hace un análisis certero de lo que el jugador vino a traer a la plataforma: "En la terminología siempre un poco vendehumo de las ciencias del marketing, Agüero es hoy un exitoso 'creador de contenido', que supo entender que, incluso en un terreno dominado por adolescentes, él tenía una ventaja. Si el resto de los streamers ya empieza a chocarse contra los límites del acotado arte de la 'videorreacción' (que consiste básicamente en filmarse a uno mismo 'reaccionando' al trabajo de otros, en general en forma de opinión graciosa sobre una canción, un videoclip, un videojuego, un gol, una batalla de rap o lo que sea; lo cual, a su vez, genera un sujeto cultural nuevo: el espectador del espectador), el Kun tiene la posibilidad de pararse a ambos lados del mostrador: reacciona a sí mismo, y de esta manera cierra el círculo".
En una transmisión de tres horas, el delantero puede comentar los dos goles contra Everton en su último partido en la Premier League: en el primero, "metí tres dedos"; en el segundo, "salté como Michael Jordan". Cuando los seguidores lo cargan por su inglés fallido, responde con una sentencia que excede lo idiomático:
"La cosa es que te entiendan".
Y vaya si Agüero entiende el juego. Cuando empezó a transmitir sus partidas, varios equipos de e-sports lo tentaron para sumarlo a sus filas. Consciente del valor de su imagen, se puso a investigar y decidió armar uno propio: KRÜ, que ya tiene a cuatro jugadores de FIFA y seis de Valorant, un juego de disparos en primera persona. En un mercado que va a generar 1.600 millones de dólares para 2023, ya cerró acuerdos de patrocinio con Twitch y Puma. El Kun apuesta fuerte y mira hacia adelante. Al frente de Slak eSports, la sociedad que maneja KRÜ, tiene 400 mil euros disponibles para crear y gestionar centros de formación y equipos profesionales para las competencias más importantes.
Mientras tanto, sigue streameando. Sus transmisiones son un vistazo tentador a la intimidad de una estrella, que pueden incluir llamados telefónicos a Messi en medio de una charla cualquiera o un vivo de Instagram como el que armó el 10 de julio en el vestuario del Maracaná, donde mostró a 600 mil personas los festejos por la conquista de la Copa América: el fin de una historia de sufrimiento para una generación talentosa pero sufrida, un desahogo con el que resultaba imposible no empatizar.

Más cerca, más rápido y más joven
La emergencia del fenómeno streamer está asociada a audiencias cada vez más activas, que consumen géneros híbridos y no se enamoran de los formatos. Twitch es desprogramado (no hay un flujo continuo), interactivo (un chat habilita el diálogo con el emisor), mixto (hay contenidos globales y locales), ubicuo y espontáneo (gracias a la masificación de dispositivos móviles y conectividad permanente), según una disección del investigador Martín Becerra en Página/12. A fuerza de ser sincero, el cronista debe confesar cierta perplejidad ante el hecho comunicativo que promueve la plataforma: millones de personas congregadas durante horas frente a pantallas que muestran a otras personas mirando otras pantallas. En definitiva, un fenómeno con el que resulta difícil sintonizar pasados los 40.
"Hoy el gran corte social no es de clase social, de género o de nacionalidades sino generacional", advierte Schuliaquer. "Hay un quiebre en la vida en las pantallas. El fenómeno streamer muestra una cotidianidad, un lugar, una forma nueva de estar y compartir". Como señala el director del Instituto Reuters para el Estudio del Periodismo de la Universidad de Oxford, Rasmus Kleis Nielsen, Twitch representa un nicho generacional tan relevante para las personas de 18 a 24 años como los diarios o revistas de papel para los que tienen entre 50 y 65. Mientras la gráfica no detiene su caída, la biología acentúa diferencias: el futuro luce más brillante para gamers y streamers.
Esta nueva broadcastización presenta una novedad central: megaestrellas sin vínculos previos con los medios tradicionales que les hablan a espectadores para quienes las pantallas son algo dado, sin carga problemática. Pero también hay puentes con el pasado: la estética gamer, los formatos de chat, cierto eco del reality. La idea de encender, permanecer y compartir se corresponde con otra verdad que perdura. "Los medios son creadores de contenido, productores y reproductores de la cultura, pero también del lazo, algo que se potenció con la pandemia", advierte Schuliaquer. "El relato de Ibai sobre la cena con Messi demuestra que los eventos importan, pero más importa que eso que pasó fue un momento de encuentro". Mientras tanto, los medios tradicionales siguen buscando su brújula. "¿Es periodismo la animación opinada que organiza buena parte de la pantalla televisiva de las señales autopercibidas como 'de noticias'?", se pregunta Becerra. La docente y periodista Mariana Moyano es terminante: "Hay un modo de periodismo que se murió. (...) Las audiencias buscan otro tono, otro tipo de información. (...) La soberbia periodística, el dedito levantado, el 'yo te explico'..., eso cansó, agotó a la gente".
Schuliaquer no coincide. Al menos en la Argentina, la radio y la televisión siguen convocando a sus audiencias, precisamente, por la preponderancia de editorialistas. El crecimiento de las horas dedicadas a la opinión en desmedro de la información -plantea- tiene tres explicaciones. La política: la opinión otorga un mayor margen de intervención que los hechos. La económica: investigar es caro. Supone horas de trabajo, traslados, trabajo de archivo y esfuerzos sobre el terreno. La tercera es consecuencia de las anteriores; en esos medios, las audiencias premian los "nuevos" formatos de opinión.
Todo esto, en un contexto que se sabe inestable. "Los medios tradicionales tenían poder porque manejaban dos públicos: uno de elite y uno masivo", recuerda el investigador. "Aunque no perdieron al de elite, el masivo se viene erosionando. Gran parte del poder que ejercían sobre la elite se basaba en que ese sector creía que aquellos medios eran lo que consumía la gente. Cuando eso se rompe, ¿qué lo reemplaza? El momento es trágico, en el sentido de que no tiene solución". La fragmentación y la confusión son la nueva normalidad.
El arribo de Messi a París confirmó que hoy la información está en múltiples lugares. Quienes lo entiendan mejor, sacarán una ventaja difícil de superar. Como escribió el periodista Andrés Burgo el 11 de agosto, "el PSG generó mejor contenido audiovisual alrededor de Messi en un día que el Barcelona en veintiún años". En esas 24 horas las redes sociales del club mostraron su viaje en avión, la revisación médica, la llegada al estadio, la firma del contrato, los abrazos con los nuevos compañeros, la intimidad del vestuario, el fervor de los hinchas y los primeros movimientos sobre el césped, con niveles de acceso, detallismo y calidad inmejorables. Sin cronistas en la capital francesa, a los argentinos solo nos quedó encender esas otras pantallas: nuevas, calientes y enfocadas en un futuro que ya es presente.
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De jugador a empresario
Cuando se dio cuenta de que la Coscu Army funcionaba de una forma más inorgánica de lo que pretendía, Francisco Postiglione decidió abrirse de las huestes de su amigo Martín Pérez Disalvo. Como no podía ser de otra manera, la dupla que había levantado la primera streaming house de la región mostró sus diferencias en vivo. "Te querés independizar de la Coscu Army y me da pena", se quejó Martín. "Yo cada vez me siento cada vez más Frankkaster y menos Coscu Army", respondió Francisco. La relación se quebró, los caminos se separaron. Con experiencia en marketing y contactos con marcas, Frankkaster dejó la carrera de Geofísica y un puesto en una financiera para reclutar a cuatro jugadores talentosos. Empezaba a levantarse 9Z Team, su escudería de e-sports. Con tiempo y esfuerzo, de a poco llegaron viajes, contratos y sponsors; la organización empezaba a hacerse fuerte gracias actuaciones destacadas en League of Legends. Como ya se había ganado un nombre (tiene 960 mil seguidores en Twitch), la venta de contenidos propios le permitía bancar el sueldo de sus jugadores.
Aunque 9Z ya ganó más de treinta torneos con sus diferentes equipos, la noticia mayor llegó en 2019, con un quinto puesto: los 900 mil dólares que consiguió Thiago Lapp, de apenas 13 años, en el Mundial de Fortnite. A los 24, Frankkaster dirige una empresa con más de 160 personas, entre staff fijo (administrativos, contadores, comunicación y marketing) y jugadores contratados por temporada. Ahora el sueño pasa por alcanzar la gloria internacional.
Con esta experiencia sobre sus espaldas, Francisco empieza a despegarse de los "vivos" más personales, "porque siempre encontraba roces, comentarios, críticas, cosas que me terminaban deprimiendo o arruinando directamente el mes", según confesó a Rolling Stone. A veces, por su culpa: explotaba a los insultos en las redes, invitaba a pelear a otros streamers. De alguna manera, hizo un camino parecido al de su examigo. Mientras piensa en las obligaciones que lo esperan, empieza a preguntarse por el futuro. "Frankkaster es un personaje de Internet que ya estoy dejando de lado", anticipa.
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BZRP, las siglas del nuevo Rey Midas
Cuando terminó el colegio, Gonzalo Conde (Ramos Mejía, 1998), arrancó Marketing en la UADE. Pero intuía que lo suyo pasaba por otro lado. Con apenas 14 años, había empezado a producir música electrónica, que a comienzos de la década pasada se mezcló con el pop para alcanzar una escala de estadios. A Gonzalo se le abrió un mundo nuevo cuando descubrió competencias de freeystyle como La Batalla de los Gallos y El Quinto Escalón, de donde salieron las estrellas Duki, Paulo Londra y Lit Killah.
En 2017 encaró un giro que lo acercó al impactante lugar que ocupa ahora. Combo Loco, su canal de YouTube, daba toques de humor a las batallas, reinterpretándolas con las herramientas básicas de edición que había aprendido en el colegio. Empezó como un chiste y terminó como una revelación: estaba listo para producir rap. Como su hermano le dijo que los videos eran "medio bizarros", también encontró un nombre: Bizarrap.
Con el canal de humor definitivamente convertido en uno de música, BZRP empezó a subir remixes. "No todos los artistas con pasado de youtuber o streamer sobreviven en su nueva faceta de artista", recuerda el periodista Emilio Zavaley, también en Rolling Stone. Pero Gonzalo capitalizó y aumentó esa popularidad. "La otra etapa, su pasaje de bedroom producer a ser el artista argentino masculino más escuchado [según datos de Spotify para 2020], empezó a construirse con las Freestyle Sessions", antecesoras de las Music Sessions que lo llevaron al megaestrellato.
Mientras conjugaba estética streamer (por la exhibición del trabajo desde casa) con la evolución de sus habilidades como productor, Bizarrap empezaba a granjearse una reputación de Rey Midas: todos los artistas que tocaba se convertían en oro. En apariencia, el método era sencillo: el productor brilla cuando se luce el artista. "El ejemplo más claro de esto es la Music Session #38, en la que L-Gante [el cumbiero/trapero que llegó a los medios masivos por el affaire de las netbooks de Conectar Igualdad] deja varios momentos memorables sobre una base con la adrenalina de los megamix cumbieros que antes se conseguían en las mantas de la calle y ahora abundan en YouTube", advierte Zavaley.
BZRP aparece como una figura omnipresente pero esquiva, de espaldas en su silla gamer, escondido en sus anteojos oscuros y levantando los brazos al ritmo de su propia obra. A fines de junio, cuando compartió una foto para anunciar el lanzamiento de la sesión 41 con la estrella del reggaetón Nicky Jam, juntó 400 mil likes en quince minutos y dos comentarios especiales. "Es mucho", elogió el basquetbolista Facundo Campazzo. "Te fuiste al más allá", poetizó el mismísimo Kun Agüero. En sus primeras 24 horas, el tema consiguió 18 millones de visitas en YouTube, el video más visto para ese 30 de junio en todo el mundo. Al cierre de esta edición, había superado los 87 millones.
A los 22 años, BZRP construyó una posición de poder que le permite que sus canciones estén liberadas en YouTube y en Twitch, que mantiene un litigio con sellos y distribuidoras por la monetización de los contenidos con música. Así, streamers y youtubers pueden seguir reaccionando a su obra sin peligro de quebrar la ley. Es otra de las razones de un éxito que se cuenta en 10 millones de suscriptores en YouTube. Los mismísimos Ibai y Coscu incluyeron los tracks de BZRP en sus canales, en un juego de sinergias que se potencian. Como ellos, Gonzalo tuvo su foto con Leo el día de la presentación en el Parque de los Príncipes. Era la confirmación de un mundo nuevo.
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La jugadora que faltaba
La bio en Instagram de Carolina "Carolo" Vázquez tiene un emoji de joystick, otro de arcoíris y tres logros mayores: embajadora de un gigante del gaming y otro de las comunicaciones; conductora de TV; presentadora y comentarista del videojuego de fútbol más popular de la historia. Mucho a los 28 años, y una hazaña en un universo de hegemonía masculina.
Carolina empezó a jugar con apenas cinco años, gracias a un hermano de 11 con el que hizo la transición clásica de consolas: Family, Sega, PlayStation. El FIFA 98 fue la puerta de entrada a una pasión que también vivía en carne y hueso. Como no tenía amigas que jugaran, se metía sin pedir permiso en los picados de la escuela. Cuando se dio cuenta de que jugar con los chicos ya no le hacía tanta gracia, se decidió a crear una comunidad femenina, libre de la mirada que tildaba de "marimachos" a las chicas que buscaban su lugar en canchas y pantallas. Entonces encontró margen para ampliar y afinar el target al mismo tiempo: también habían quedado afuera los varones principiantes y a los que les interesaba el fútbol femenino. Las cosas empezaban a moverse. Dejó su trabajo de creativa en una agencia y se volvió influencer, gamer y streamer tiempo completo.
"Pibas jugando al FIFA" es el espacio que condensa todo eso, un canal de YouTube donde interactúan personas y experiencias. Como Ibai con Agüero, Carolo armó su propio mix de entrevistas con jugadoras. Allí, por ejemplo, se presenta desde la cancha donde entrena en Villa Crespo, junto a una estrella como Mariana Larroquette, del Kansas City y la Selección argentina. Mientras mueven avatares y comentan la partida, hablan de logros, sueños y dificultades.
El canal también es la plataforma desde donde ejerce como embajadora del FIFA, con insights precisos y entretenidos sobre novedades en el diseño, mejoras en la trayectoria de la pelota u optimizaciones en las habilidades de jugadores y jugadoras. Puede justificar su título de game changer: ya logró la incorporación de los festejos femeninos y la inclusión de jugadoras en los Clubes Pro (la modalidad que permite crear y poner a competir protagonistas virtuales) en las últimas versiones de un juego que recién incorporó equipos femeninos en 2016.
La llegada a las pantallas de DirecTV (cubre competencias y novedades junto a Diego Korol) y la TV Pública (como columnista del programa Altavoz) completa -pero no agota- su agenda. Todas las semanas juega al fútbol 5 con sus amigas. Prefiere pararse de centrodelantera, pero también disfruta en el arco. Suena lógico: Carolo Vázquez es una jugadora de toda la cancha.

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Anuncian en la edición #141