editorial
En qué están convirtiendo
al periodismo
Por Carlos Acosta
Foto Mariana Roveda
Le consulté a Guillermo Oliveto en una charla en nuestro programa de tele
(<ver>) qué opinaban los responsables de marcas sobre la virulencia
del actual escenario mediático: ¿les preocupa dónde aparecen sus avisos? ¿La
enorme radicalización en las opiniones en medio de la generación de contenidos
no convierte los medios en lugares peligrosos? ¿No son las marcas empujadas a
participar de la profunda grieta en que han caído los medios más importantes del
país? ¿En que se han convertido?
Quizás el mayor desparpajo que uno puede encontrar está en el eslogan de una
radio que dice ser “objetiva pero no imparcial”. ¿Existe una mayor contradicción
conceptual? Muchos medios ya han dejado de hacer periodismo para convertirse
en prensa partidaria desde la que se agrede, se tergiversan hechos, se hace
propaganda. Está claro que las fake news no son de derecha ni de izquierda, y
dinamitan la naturaleza del periodismo. Se dejó de lado cualquier sutileza, ya ni
es necesario leer entre líneas.
Los grandes medios en el mundo han dado cuenta de esto, y hay espacios desde
donde se está combatiendo. Los grandes anunciantes que hablan de marcas
con propósito deberían dejar de ser pasivos espectadores; los medios por donde
comunican son tan necesarios como su principal materia prima. La comunicación
es vital.
Si bien los periodistas tenemos cabeza y corazón, debemos preparar nuestras
aptitudes y desarrollar actitudes que no desnaturalicen nuestra tarea de informar,
analizar, opinar con fundamentos para que nuestros destinatarios puedan, además
de informarse, generar un pensamiento crítico propio. El tan necesario espíritu
de “Corea del Centro”, que está lejos de ser un lugar tibio, es una posición de
responsabilidad. La salud democrática de un país está directamente relacionada
con la participación de una prensa lo más independiente y plural posible.
El peor de los pecados es haber “partidizado” descaradamente la vacunación.
Vacunar en pandemia en nuestro país no deja de ser un hecho político, pero
lo que no se puede y no se debe hacer es política partidaria con un hecho tan
complejo y delicado como la pandemia por el COVID-19.
La credibilidad, tanto en política como en periodismo, es el insumo más importante
y, cuando se pierde, ya no se recupera. Ejemplos sobran.