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The Atlantic 2021


Por Marta González Muguruza

The Atlantic es un proyecto editorial multiplataforma de Estados Unidos que desde hace doce años lleva adelante The Atlantic Festival. En esta oportunidad se extendió durante siete días en los que se exploraron ideas para construir un futuro mejor y donde líderes de diferentes industrias discutieron sobre cambio climático, equidad racial, salud, educación, política, negocios y cultura. Elegimos, para compartir en esta edición, concentrarnos en el futuro de la sustentabilidad del negocio y la producción de alimentos, cómo la inteligencia artificial está modelando el futuro de la humanidad y el intrincado camino de Facebook hacia el metaverso.

<b>The Atlantic 2021</b>
El camino hacia el metaverso
Mes y medio antes de que el director ejecutivo de la compañía, Mark Zuckerberg, sorprendiera al mundo al confirmar que Facebook cambiaba su nombre a Meta y que Frances Haugen, exgerente de Producto en el equipo de desinformación cívica en la compañía, revelara que había sido ella quien había filtrado los "Archivos de Facebook" al diario The Wall Street Journal, Andrew Bosworth, vicepresidente de Facebook Reality Labs, se presentaba en The Atlantic Festival. "Facebook siempre está dispuesto a invertir en el desarrollo de tecnología y siempre bajo la idea de cómo conectar mejor a la gente. Para mí el metaverso es la unión de todas las posibilidades digitales de presentación y acción personal en un solo lugar. La clave es la continuidad", explicaba Bosworth, y con "continuidad" se refería a lo incipiente del metaverso. Hoy por hoy, existen universos muy ricos y desarrollados como Roblox, Fortnite, Pokémon, etc., pero que no se comunican entre sí. "Queremos que haya más conexión, comercio y servicios. Nadie va a querer comprar algo en un universo que no pueda llevar a otro universo. Como industria creo que donde estamos más avanzados es en las apps de comunicación: WhatsApp, Discord".
En septiembre, Facebook había lanzado Ray-Ban Stories, sus nuevas gafas (299 dólares), que permiten a sus usuarios grabar, compartir imágenes y videos cortos, escuchar música y atender llamadas. El lanzamiento de estas gafas hizo sonar varias alarmas. A diferencia de productos similares como fueron los Spectacles de Snap o los fallidos Google Glass, es difícil distinguir entre estos y unos Ray-Ban comunes y, por ende, saber si quien los usa podría estar filmándote. Al mismo tiempo, con Ray-Ban Stories, Facebook aumenta su capacidad de recoger datos sobre el comportamiento, ubicación de las personas y el contenido.
Consultado sobre la privacidad y las regulaciones, Bosworth se atajó: "Nadie está más informado que Facebook sobre privacidad después de los desafíos que tuvimos. Queremos tener todas las conversaciones antes. Hablar de funcionalidad, integridad, privacidad, espacio de intercambio y hacia dónde queremos ir como sociedad. Es cierto que para que funcione mejor, tenés que sacrificar ciertas cosas"

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Ready Player One?
Dentro del espacio que tuvo Facebook en el festival, el siguiente orador fue Nick Clegg, vicepresidente de Asuntos Globales, para dar respuesta, entre otras cosas, al pedido de abrir todos los decks con data sobre cómo afecta Instagram a los adolescentes, una investigación del Wall Street Journal que volvió a poner a la compañía de Mark Zuckerberg en el banquillo. "Todo fue compartido al Congreso y se abrirá al público en los próximos días". La iniciativa de la compañía de desarrollar un Instagram para menores de 13 años había sido uno de los detonantes. Una de las críticas que se le hace a Facebook es que, en el apuro por lanzar varios desarrollos, muchos aspectos de su posible impacto no fueron pensados, evaluados, ni tenidos en cuenta y ahora la sociedad debe lidiar con las consecuencias. "Primero queremos decir que creemos que Instagram Kids es algo bueno porque sabemos que lo usan, mintiendo sobre su edad, y los padres no están tan al tanto. El objetivo es justamente generar un ambiente seguro para ese grupo de entre 10 y 13 años. Sin avisos y con control parental", subrayó Clegg. "La razón por la que estamos en pausa no es porque creamos que es una mala idea, sino porque entendemos que la gente está preocupada; hay muchas preguntas y es la oportunidad de hacerlo bien, hablando con expertos, padres y quienes hacen las políticas". ¿Cómo imaginan la incursión al metaverso? "La realidad virtual y la aumentada necesitan por lo menos diez años de maduración todavía, por eso será mucho más gradual y pensando el proceso de desarrollo de tecnología para el mismo, además del contexto ético, regulatorio y legal. Es todo lo contrario a la explosión. Con el metaverso queremos avanzar metódica y colaborativamente, con investigación y regulaciones".
¿Y qué pasará cuando la competencia acelere? Clegg asegura que es una dirección muy diferente para ellos. Una extrapolación de lo que FB siempre ha hecho, conectar a la gente, pero no liderada por una estrategia de negocios sino respetando el tiempo de desarrollo que necesite la tecnología, la cual precisará de una inversión multimillonaria para alcanzar su potencial. "Facebook no va a construir, ser dueño o manejar el metaverso. Si no existiéramos, el metaverso va a crecer de cualquier manera. La pregunta es cómo vamos a colaborar para que la gente pueda moverse a todos lados y no sea un metaverso fragmentado".

<b>The Atlantic 2021</b>
Cómo la AI dará forma al futuro de la humanidad
Eric Schmidt fue el primer gerente de software de Sun Microsystems, en la década de 1980, y director ejecutivo del antiguo gigante del software, Novell, en la década de 1990. Se incorporó a Google en 2001 y fue su presidente ejecutivo entre 2011 y 2017. Desde que dejó Google, Schmidt se ha centrado en la AI y, a raíz de su último libro La era de la AI, coescrito con nada menos que Henry Kissinger (exsecretario de Estado norteamericano) y Daniel Huttenlocher, decano del MIT, fue invitado a The Atlantic Festival a exponer su mirada sobre el futuro de la inteligencia artificial: "Tenemos que pensar qué pasa cuando la AI convive con nosotros, es una más en la web, nos ve, nos ayuda e interfiere. ¿Qué pasa cuando humanos y AI se vuelven mejores amigos? ¿Se fortalecen o se debilitan los lazos entre humanos?". Para Schmidt, la información que consumimos, nuestro mundo social, el espacio que habitamos, está gobernado por los medios digitales, y su preocupación reside en que como tecnólogos están construyendo cosas sin registro histórico y sin una comprensión cabal de lo que implica para la humanidad.
El tema de implementar sistemas autónomos de armas, por ejemplo, divide aguas porque implicaría dejar en manos de la AI decisiones de batalla que podríamos no entender o explicar. "Siempre pensamos que la AI es un robot manejado por un humano y no es así. Es un sistema de información que hoy en día es impreciso y dinámico; esto lo vuelve un sistema problemático y a la vez muy poderoso porque la compresión de tiempo que alcanza para tomar una decisión en situaciones críticas podría ser muy valiosa pero sin un humano en control", alertó Schmidt. Lo cierto es que solo habrá un pequeño grupo de países que manejarán esta tecnología y es entre ellos que decidirán cómo se limita el uso. Sobre el final del encuentro, Adrienne LaFrance, editora de The Atlantic, le preguntó sobre la desinformación y las fake news, y la responsabilidad que les cabe a plataformas como YouTube (adquirida por Google en 2006 mientras Schmidt era CEO). "En ese momento creíamos que la respuesta a la mala información era más información; por eso tomamos una actitud agresiva en contra de remover contenido, incluso si era dañino. Creíamos que era lo correcto tecnológica y culturalmente y fuimos muy criticados por eso", respondió, para sugerir luego una posible solución: "La información no tiene marca de agua para saber de dónde viene. Eso ayudaría a entender la fuente de origen y el punto de manipulación. Hay cosas para las que los humanos no somos buenos y una de ellas es manejar cascadas de información".

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Tecnologías para alimentar al mundo
Los registros indican que el pico de polución ambiental en Estados Unidos fue en 2005 y que ha bajado desde entonces, pero los índices aún marcan que estamos en rojo y que hay mucho por hacer si es que realmente hay intención de corregir el rumbo. El camino hacía el Net-Zero es largo e involucra a muchos actores: empresas, gobiernos y consumidores. Estos últimos son los que con su billetera empiezan a demandar prácticas más sustentables, pero no alcanza. ¿Cómo encarar este tema que todavía no está legislado? ¿Cómo puede ayudar el sector privado? ¿Quién ejerce más presión, el gobierno, los accionistas, los consumidores o los mismos empleados? Con estas preguntas abrió el encuentro de The Atlantic sobre la crisis climática. Invitados al debate estuvieron Sarah Lewis, Senior Director de Innovation, y Nick Starling, CEO de Skyscraper Farm. "Vemos a las empresas atentas a los consumidores y a sus propias experiencias. Cuanto más transparente es su cadena de proveedores, más eficientes y más confiables se vuelven. Hay fuerzas externas, pero después de diez, veinte años, las empresas que vienen trabajando sobre el tema ven el retorno positivo por haber hecho el cambio", destacó Lewis.
Entre los incentivos para aquellos que estén dispuestos a cambiar por un modelo más sustentable, está el acceso al financiamiento y a préstamos como los C-Pace (commercial property assessed clean energy) que permite subsidiar, por ejemplo, ventanas geotérmicas y fotovoltaicas y paneles solares en fábricas y oficinas. La agricultura urbana o jardines en terrazas son iniciativas que se fomentaron mucho en los últimos diez años. La hidroponia, la aeroponia y la acuaponia (cultivar en el agua mientras por debajo se crían, por ejemplo, salmones) son todas tecnologías que empezaron a rendir económicamente hace relativamente poco. "El 70% del agua se usa para agricultura y el residuo vuelve lleno de nitratos que acidifican el medio ambiente. La manera en que Skycraper diseñó sus huertas verticales es un sistema circular que trata el agua antes de devolverla al sistema. Al ser verticales, el espacio que se utiliza es muy reducido y muy grande la producción. Si pudiese replicarse, sería mucha la tierra que se recuperaría para pastoreo y reforestación", señaló Starling. A la par del consumo consciente, las empresas también empiezan a notar que se torna más complejo el abastecimiento de materia prima cuando por el cambio climático se pierden cultivos. "Lo notamos en el café y el vino, por ejemplo. Lo positivo que podemos rescatar es que empieza a haber un clima de colaboración y acciones precompetitivas. Este no es un trabajo para una sola empresa, debe incluir a todas, a los municipios, al banco de comida, a la política y a los consumidores para poder cambiar el sistema", concluyó Sarah Lewis.

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