Exercise Of Anamorphosis #2 | The Crystal Ship | Ostend, Belgium. 2016
Siendo el afuera el marco de tu obra, ¿cómo estás viviendo estos días de cuarentena?
El espacio público es mayoritariamente el soporte de mi obra, pero también es mi materia
de estudio e investigación. Es decir, puedo seguir trabajando mi obra en la ciudad sin la
necesidad de estar ejecutando en la misma. Pienso que situaciones como estas se prestan
a que abordemos otros recorridos. De igual modo, no me está resultando productivo el
confinamiento. Como artista siento la necesidad de la quietud, de frenar. Tengo mucho
entusiasmo por el mundo que viene, es decir, aunque suene un poco sádico, estoy
observando todo con bastante fascinación. Desde ese lugar, hoy quiero ver, no quiero producir.
¿Cómo es esa magia de hacer desaparecer y resaltar al mismo tiempo?
Creo que las operaciones artísticas proponen cierta cosa que rompe el campo de sentido
establecido. Tengo particular interés en entender los volúmenes de la ciudad como
elementos discursivos que me permitan irrumpir el orden urbano. Pienso que la estrategia
es simple: no proponer una obra que se muestre por demás como una “obra de arte”,
intentando que se pierda en el terreno de lo indefinido (decorativo, publicitario, artístico,
decisión a gusto de quien habita esa construcción, etc.), utilizar la menor cantidad de
recursos formales posibles, una buena lectura del contexto, entre otras cosas.
Muchas de tus obras son fachadas con características y estilos arquitectónicos muy diferentes entre sí, ¿influyen el soporte y el entorno?
100%. Mi obra se basa en los contextos. Es decir, como artista busco elaborar un
mecanismo en el que el entorno y el soporte hagan la mayor parte del trabajo. Que los
estilos arquitectónicos vayan variando (clásico, moderno, patrimonial, informal, etc.) y
los contextos también (clima, diferencia sociopolítica, condición barrial, geolocalización,
etc.), aporta en grandes niveles a mi obra, expande el lenguaje que propongo y recorre
nuevos sentidos. Pienso en esto como un recurso formal que deriva en lo político.
¿Cómo llegás a esas fachadas? ¿Te las ofrecen, las pedís, te las encomiendan?
Depende. Tengo una línea de trabajo que abre un campo de posibilidades relacionadas
con este tipo de soportes. Por las características de mi obra, tengo la necesidad de
planificar con mucho tiempo de anticipación cada proyecto, así que voy acomodando
los deseos entre las propuestas que me llegan. En los últimos seis años he trabajado
mayormente con invitaciones.
Sharp Liquid | Abu Dhabi, United Arab Emirates. 2019
Asfixia | Barcelona, Spain. 2018
¿Cuál es tu relación con las marcas? ¿Alguna se te acercó? ¿Gobiernos?
Sí, se me acercan marcas bastante seguido y prefiero no generar vínculos si mi obra es
parte de ese acuerdo. Es un poco paradójico, porque hoy los museos, las instituciones,
también son marcas y las marcas en diversas ocasiones tienen un trabajo curatorial
excelente. Prefiero conservar mi mecánica de laburo por afuera, pero no lo descarto.
Los gobiernos siempre están presentes porque los departamentos de planeamiento, las
instituciones culturales y demás, precisan del gobierno para poder operar en la ciudad.
Es decir, las ciudades son dispositivos y como tales están completamente controlados. La
cultura de las ciudades no se hacen solas: para ciertos niveles de proyectos, es necesaria
la voluntad política, como todo. De igual modo, me reservo mis decisiones considerando
cada proyecto en particular. No tengo una decisión que aplique a todos por igual porque
no todos los contextos ni todas las circunstancias tienen el mismo nivel de vinculación
con el sector privado y/o público. Pienso que esto es clave, porque es uno de los lugares
donde se manifiesta la ética de cada artista.
¿Cómo surgió lo de Manto para la Tierra?
El arquitecto que tenía a cargo el proyecto del parque quería sumar obras de arte sin
interrumpir el paisaje. Cuando me invitó, recorrimos el lugar y coincidimos en que lo
mejor era una obra inmersiva, que permitiera ser corrida más que observada.
Manto para la tierra | Córdoba, Argentina. 2019
Tuviste la posibilidad de viajar y trabajar en distintos países, ¿la obra se piensa
igual jugando de local o de visitante? ¿Alguna experiencia en particular que te
gustaría destacar?
Tengo la enorme suerte de conocer más de treinta países con mi laburo ya y la mayor
parte de mi obra la realicé en el exterior, así que puedo confirmarte que no se piensa igual,
es bastante distinto. La experiencia de no estar totalmente empapado de cómo se vive
ese lugar, cómo se habita, nos obliga a tener lecturas más rápidas, estudio previo de los
contextos, etc. No puedo simplemente ir y emplazar la obra como si fuera un sticker que
abandono en cualquier ciudad. La escala de los laburos y su logística operativa conlleva a
afinar hasta el más mínimo detalle, incluso cuando este sea de carácter conceptual. No
se puede improvisar. Todas las experiencias son distintas y de cada lugar puedo destacar
algo que me afectó a mí y mi obra de manera particular. Lo que sí intento, es estar lo
más permeable posible a la comunidad, a cómo se viven los lugares donde va a respirar
mi trabajo.
En los últimos años hubo una recuperación del espacio público muy fuerte, desde
lo gastronómico hasta marchas y eventos al aire libre. ¿Qué te está pasando a vos
con las ciudades?
Mmmm…, es relativo. No se ha recuperado, se ha actualizado como dispositivo de control.
Sobre las marchas, aunque sean más masivas, pienso que existe cada vez más una
criminalización de la protesta; lo gastronómico y eventos al aire libre vienen de la mano
de la gentrificación. A mi modo de ver, la vida urbana se está volviendo cada vez más
insoportable por culpa de la geolocalización, la videovigilancia, la intolerancia desde las
instituciones de inseguridad, las políticas de Estado respecto al uso del espacio público,
la segregación social a través de tácticas de planeamiento, etc. Es decir, existe más
movimiento, más uso de la ciudad, pero acarreado con eso viene una institucionalización
extrema de la misma que conlleva, por lo tanto, un ordenamiento, una organización
de todo. Creo que estamos perdiendo nuestro derecho a la ciudad, y pospandemia me
cuesta imaginar la recuperación del espacio público con las respectivas libertades que
corresponden. Todo esto, asumiendo que cada realidad es distinta, ¿no? Pero para que
la tecnología sea liberadora, aún faltan varios años de educación sobre eso. La única
forma de recuperar nuestra libertad es a través del comportamiento ético tecnológico.
Mientras que no estemos suficientemente formados y podamos reclamar condiciones
de vida mínimas respecto a nuestra privacidad, la ciudad va a ser cada vez peor.
Me parecen alucinantes las ciudades; es decir, tengo particular interés en desarrollar
mi obra en ese campo porque es uno de mis lugares preferidos para observar cómo se
comporta el humano con las diferentes circunstancias sociales. Pero me asusta el nivel
de estandarización que están sufriendo, aniquilando lo local, lo comunitario. Vamos
haciendo centros operativos de producción más que hábitats para desarrollarnos.
Un muro puede significar muchísimas cosas, ¿qué significa para vos?
Algo para construir. Algo para derribar.
Sandwich | Ponta Delgada, Azores. Portugal. 2016
Cosmética Asimétrica | Belo Horizonte, Brazil. 2019
¿Grafiteaste alguna obra? ¿Grafitearon alguna obra tuya? ¿Cómo es el código?
De más pibe he rayado otras obras, sin dudas. Y sí, han escrito o intervenido sobre
alguna de las mías también. Existen códigos explícitos dentro del grafiti, una suerte de
estatuto o guía de comportamiento. En lo personal, no me importa. Si quieren rayar mi
obra, adelante. Lo que sucede en la ciudad es un reflejo, tiene su pulso natural.
¿Qué sentís que vamos a aprender de esta pandemia?
Nada, si no paramos de prosumir [producir y consumir al mismo tiempo]. Podríamos hacer
de esta pandemia una experiencia colectiva empoderante, pero hay que trabajar mucho
la mezquindad para lograrlo y, como verás, no lo estamos haciendo. Lamentablemente
me imagino saliendo de esto con nuevos miedos, con más control, redoblando el rechazo.
Pero tampoco me importa, como humanidad nos merecemos lo que nos toca, si no, mirá
lo que le estamos haciendo al medio ambiente. Todos haciendo exactamente lo que nos
dicen que hagamos. Un guion cerrado parece.
Sé que soy muy pesimista, pero no puedo subirme al tren de la esperanza gratuitamente,
solo por un poco de miedo sobre mi futuro, me huele a una promesa rancia, sin sustento.
Sabemos que en unos años, no tantos, va a haber más desastres climáticos, otras
pandemias más mortales, incluso hasta esta empeore, no podemos controlarlo. Somos
demasiados en la Tierra y todos tirando para su rancho. Sin cooperación no existe cambio posible.
Contrast | Besançon, France. 2014
Monochrome/light and shadow | Gdynia, Poland. 2014
Percentage/composition/balance | Moscow, Russia. 2014
Organic Focus | Rosario, Argentina. 2014
Els rojos i els blaus | Valencia, Spain. 2018
Cancha de fútbol | Montevideo, Uruguay. 2018
Nuvem de realidade negra/força resistência vermelha | Fortaleza, Brazil. 2018
Slight Presence of Transparency | Kiev, Ukraine. 2016
Sewing Corner | Kaohsiung, Taiwan. 2019
Tensión | Córdoba, Argentina (la instalación fue parte de MANIFIESTO en Casa Naranja)