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Una mirada al más allá
Por Horacio Marmurek
Periodista de cultura y espectáculos
Desde que en marzo de 2020 se declaró la pandemia, hemos buscado explicar
con ejemplos del pasado cuál podía ser nuestro futuro. Hemos hablado de cómo
fue la gripe, mal llamada, española para explicar la cuarentena y el aislamiento;
de la polio, para rememorar la historia de las vacunas; de la peste negra, para
citar el Medioevo, y de que cómo es posible que no exista otra solución a lo que
nos ocurre. Cada uno de estos sucesos, además, cuenta con un relato posterior
que explica cómo la humanidad emergió mejor y con más posibilidades. La peste
negra sucedió en Europa luego de que algunos comerciantes que venían de China
trajeron algún elemento extraño, a veces asociado con las ratas o con algún
insecto, nunca del todo aclarado. Lo que sí quedó como registro es que la peste
tuvo su pico máximo entre 1347 y 1353, durante el cual murió el 60% de la
población del continente. Esas muertes dejaron casas vacías, niños huérfanos,
animales abandonados y un montón de ropa que había perdido su dueño. El lino
y el algodón ocioso de esas prendas se transformaron en papel y, al aparecer
la imprenta, algunas décadas después la impresión de libros fue más barata y
popular de lo que podría haber sido en otro contexto.
Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, muchos directores de cine,
actores, productores, guionistas y músicos volvieron del combate para descubrir
que la industria había seguido su camino sin ellos y le dio oportunidad a una
nueva generación que transformó el Hollywood de oro de los estudios en una
cinematográfica muy distinta de la que habían dejado.
Decir que crisis es oportunidad es una de las frases más remanidas que podemos
utilizar, pero no por ello deja de ser cierta. Los meses del COVID-19 probarán qué
cambios serán permanentes y cuáles efímeros en el mundo del cine y la televisión,
aunque algunas ideas se pueden empezar a vislumbrar.
Los protocolos necesarios para volver a la actividad en todo el mundo han sido
establecidos y se ha comprobado que encarecerán las producciones. Se sabe que
filmar multitudes ya no será tan fácil y que las películas de acción con grandes
persecuciones deberán esperar algún tiempo hasta retomar las calles. ¿Dará lugar
esto a películas más intimistas donde los personajes hablen más y corran menos?
Es posible. Algunas producciones han probado el desarrollo de ficciones en el
aislamiento. Claro que mucho tiene que ver el tema.
Murciélagos es una película producida para hablar de la pandemia. Un intento
de recaudar dinero para Amnesty hecho en la Argentina. Home Made de Netflix
busca mostrarnos experiencias distintas de variados cineastas a lo ancho del
mundo contando el encierro. Algunos más creativos, otros más reflexivos, algunos
emotivos, pero todos hechos con recursos y ámbitos más reducidos. Adentro es
una interesante propuesta argentina hecha por actores jóvenes, a beneficio en
este caso de la Cruz Roja, que intenta ser divertida y fresca, y lo consigue con
mucho éxito. La propuesta de Terapia en cuarentena surgió de los medios públicos y
también apuesta a contar el encierro, en este caso desde la óptica de los pacientes
de una psicóloga.
Todas estas experiencias apuntan más a relatar la pandemia que a dar un atisbo de
solución o perspectiva de futuro. Mientras estos ejemplos intentan contar el tiempo
que vivimos, otros parecen avanzar con la enfermedad. Las empresas de televisión
siguen con su plan de streaming: por un lado, Disney le pone finalmente fecha de
desembarco en la región, y por el otro, HBO empieza a sufrir la reestructuración
lógica de ser manejada por una gran empresa que quiere resultados. A poco de su
lanzamiento, la OTT de AT&T se sacudió con la salida de ejecutivos, despidos de
empleados y una lógica mucho más corporativa que artística. Algo que se preveía
pero que nadie imaginaba que sucedería tan pronto. Apple se alía con algunas
cadenas para mejorar la oferta de Apple+. Y todo esto a medida que la cantera
de programas producidos se empieza a secar y las diferentes empresas salen a
buscar contenidos ya emitidos en televisoras locales que aún no tuvieron visión
global.
Al mismo tiempo los cines se conforman con esperar que las grandes empresas
decidan soltar estrenos para las salas que han abierto en Europa y algunas ciudades
de Estados Unidos y China. Por lo pronto, la sequía de salas se palia con la vuelta
del autocine. Tímidamente en algunos países, con más fuerza en otros, la vieja
idea de ir a ver una película en coche prendió rápidamente en las audiencias.
Claro que van a ver reestrenos, no son los queridos dobles programas o la visión
de algún clásico, pero retoma la idea de entretenimiento audiovisual.
Las nuevas ideas aún no se manifiestan en todo su esplendor porque la pandemia
todavía se piensa como efímera, y ojalá lo sea, pero algunos empresarios empiezan
a oler un nuevo futuro. Jeff Bezos, dueño y amo de Amazon, está explorando la
posibilidad de comprar los shoppings de algunas ciudades para usarlos como
depósitos, si la afluencia de compradores prueba que el tiempo de ir a encerrarse en
un edificio a pasear es algo del pasado. De confirmarse esta idea, sería interesante
descubrir cuántas series y películas postapocalípticas transcurrían en el medio de
un patio de comidas.
Lo sugestivo es que nadie en el mundo audiovisual piensa que sería una gran
alternativa volver al cine y a la televisión de estudios como en otros tiempos. En
alguna nota se sugirió la implementación de una burbuja sanitaria para rodajes
de cuatro semanas para las novelas, lo que permitiría ahorrar costos, pero
rápidamente se contradecía al recordar que algunas de ellas tienen más de veinte
años en el aire. Imaginaba generaciones de actores criándose en pasillos cerrados
como un Meta Truman Show.
¿Cuál será el futuro de los productos audiovisuales? Mejor aun, cuál se pensaba
originalmente y cuál será el que viene. Hasta principios de 2020 lo que se venía
era el contenido original, la posibilidad de acceder desde cualquier plataforma
y dispositivo, empezar a mirar en uno y seguir en otro. Para los más jóvenes
ni siquiera podía existir más que el celular. Y esa fue la idea detrás de la cual
se encaminó Jeffrey Katzenberg al fundar Quibi, una plataforma pensada para
celulares que ofreciera entretenimiento en pequeños episodios (quick bites,
pequeños mordiscos, o "quibis"), que cruzaran todos los géneros y que tuviera
el despliegue de una megaproducción. Actores como John Travolta o Kiefer
Sutherland, comedia, drama, acción, realities, talk shows y hasta un horóscopo
diario. Todo en episodios de diez minutos máximo. Parecía la gran cosa y el
negocio que venía a romper con todo.
El 6 de abril de 2020 se lanzó esta nueva plataforma, servicio o canal, como
quieras llamarlo, con una promoción que permitía acceder de forma gratuita
durante tres meses y después quedarse pagando una membresía con anuncios
o una sin anuncios. En sus primeras semanas, Quibi fue una de las apps más
bajadas. Pero cuando en agosto la gente debía empezar a pagar, el silencio fue
estruendoso. Salvo algunos que nos olvidamos de dar de baja el servicio y le
dejamos siete dólares a Katzenberg por un mes más, la gran mayoría no renovó
el contrato. No es culpa de nadie que un lanzamiento de estas características
cayera en medio de un encierro obligatorio y, seguramente, no se podía dilatar
más. Pero una de las ventajas de los episodios de diez minutos es verlos mientras
esperás el transporte público, aguardás el turno para el médico o para cortarte el
pelo. No tanto si estás en tu casa y podés acceder a tu televisor para que te haga
compañía.
Una vez más, el futuro es incierto en el sector audiovisual, el cine no tiene la
certeza de sus fechas de estreno y los servicios de streaming cuentan con el
catálogo, pero no saben si tendrán la novedad. Mientras tanto como espectadores
esperamos nuestra ración habitual de programas que, por ahora, siguen llegando.
Algunos formatos se han adaptado rápidamente, los realities proveen de cámaras
y celulares a los participantes para que se graben ellos mismos. Pero la duda es
la misma. ¿Qué tipo de película, serie o programa surgirá después? En algunos
años empezaremos a ver qué marcas quedarán en las nuevas generaciones de
creativos, cineastas, autores, actores. La intriga sigue siendo cómo los productos
que se hacen en forma colectiva y societaria se realizarán en la soledad de los
hogares. "Ningún hombre es una isla", decía un libro, pero hoy nuestros puentes
y contactos están mediatizados a la distancia y por la tecnología. Qué futuro
interesante nos espera.